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Corruptos pero muy decentes

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18 de noviembre, 2009

Yo digo y sostengo que el extraño enemigo que osare a que refiere el Himno Nacional nos quiere echar a perder el centenario de la Revolución,- Revolución no robolución, plis- que Dios guarde muchos años. Esa acusación de que México está entre los países más corruptos huele a la pura envidia. Ajá. Y ultimadas-madres que les importa, total que salgan a terreno y a ver de a como nos toca, ora que si lo podemos arreglar con una lana o un contratito “muncho” que mejor. ¿Pa´que “peliar” si podemos ser socios?. Aceptemos sin conceder que somos corruptos, que les valga. El mundo globalizante, fanatizado con los negocios cuanto más sucios mejor, debiera agradecer que en México sí usamos el dinero y las influencias pa’ lo mero importante. Nada de papeleo, nada de discursos, nada de nada que con billetes y una recomendación baila el perro. ¡Imaginen que hasta los méndigos perros están en ajo!. Y no es algo personal contra los mordelones viales a pesar de encontrarlos en la primera estación de esta larguísima ruta de felices simulaciones. ¿A qué se refieren estos asustadizos primer-mundistas?...Tal vez a las transas aterciopeladas por el glamour de escenarios donde los ganones son los mismos que aparecen en las portadas de sofisticadas revistas. Nos llaman corruptos, ¡ah!, pero se le hincan a Carlos Slim, de quien ya le digo, es auténtico orgullo y habla por los sesenta millones de mexicas hambrientos que cual ejército de reserva esperan turno pa’ entrarle también al agandalle con singular alegría. “Pero que los dejen es el chiste”, como diría mi santa abue, ella sí pa’ que vean, blanca por fuera y transparente por dentro la viejita. Señoras, señores, la corrupción es el deporte nacional. Una demostración la acaba de recetar el gobierno panista. Y es que en el asunto de Luz y Fuerza del centro, Calderón y sus cumbiancheros del trópico acordaron entregar el mentado bono extra a los trabajadores nomás por sus “desos”, sease al margen de la ley y en las puras ganas de partirle la progenitora al SME. ¿Alguna autoridad se los impidió?, ni maíz porque la complicidad se cobra y se paga como esa regla de los palenques que no abren la puerta hasta que todos están “pagaos y cobraos”. ¿Y pa’ que recordar el escándalo de los Mouriño con los contratos de Pemex?. Ora que mejor ignoremos los 5 mil millones entregados por esta dependencia al sindicato respectivo cuya investigación se convirtió en humo. ¡Ah, brutos!, hasta magos salieron los infelices. “Que robe, pero que salpique”, es una de las máximas que mejor nos acercan al reparto equitativo de la riqueza. Nada más sano pa’ la democracia que compartir el producto neto de nuestros pecados y sin tanta fiscalización ni auditoría que lo valga, eso es pa’ la gente sin quehacer. Somos corruptos y qué, ¡hurra, viva!, por acá no andamos con hipocresías. Más gachos e infames son los gringos que en nombre del puritanismo invaden y masacran a pueblos inocentes o alzan vergonzosas fronteras de metal cual lo hacen con México. Pelao’s estos. El país que no sea corrupto que arroje el primer billete y hay que decirlo recio y quedito que todos lo han sido alguna vez, ¿de qué se extrañan si la repartición del mundo ha sido por la pura rebatinga?. Y ni modo que sea invento. Ora que entender, aplicar y disfrutar la corrupción es alcanzar el grado excelso en la especie humana. No es fácil sobre todo cuando se mezclan escrúpulos y valores tratando de impedirlo, aunque ¿saben qué?, se van a shingar porque la corrupción es el punto G del goce perfecto o del disfrute pleno, que pa´l caso es lo mismo. Para fortuna todavía hay funcionarios y empresarios que rinden culto a la corrupción, para ellos la guirnalda de oliva y un laurel de victoria, y que no se dejen vencer por quienes quisieran ver a los mexicas arrinconados y con un montononón de fracasos. ¡Ay güey!. Hasta la próxima.
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