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UAT, aniversario de oro

José Luis B. Garza

25 de enero, 2017

La Universidad Autónoma de Tamaulipas  (UAT) ha sido centro de atención en las últimas semanas, cuando menos en la capital del estado, debido a problemas surgidos en la Unidad Académica de Trabajo Social y Ciencias para el Desarrollo Humano, a la que simplemente nos referimos como “Trabajo Social” aunque se cursan las carreras de Licenciatura en Sicología y Licenciatura en Nutrición, hasta donde entendemos.

Los actos que se han registrado recientemente y que obligaron a la UAT a impartir clases en el edificio de la Escuela Normal han concentrado la atención de quienes forman la comunidad universitaria pero, también, de quienes consideraban que conflictos similares eran cosas del pasado, y no se ha reparado y de ser así no se ha difundido que en el presente año la UAT cumplirá 50 años de haber obtenido su autonomía.

Desde luego que no es un hecho que deba tenerse presente por las nuevas generaciones, aunque tiene una gran importancia histórica, pero para quienes vivieron la lucha que se libró para obtener  ese privilegio, entre quienes incluyo a quien esto escribe, y para quienes  deben de valorar estos acontecimientos dentro y fuera del Alma Mater de Tamaulipas, la lucha por la autonomía universitaria representa una importante etapa dentro de la vida social, educativa y política del estado.

El día tres de marzo es la fecha conmemorativa de la autonomía que celebrará su aniversario de oro, que tuvo ciertamente un gran significado que permitió hacer un inapreciable legado a las generaciones que han pasado por las aulas universitarias en su calidad de estudiantes, maestros y autoridades.

Cierto, es de justicia recordar la parte de sacrifico personal que debe honrarse, como es la muerte de dos estudiantes de la entonces Facultad de Derecho de Tampico, Flavio Rocha Lerma y Enrique García Guevara, quienes son considerados como mártires de ese movimiento, que no fue exclusivamente universitario ya que tuvo un extraordinario apoyo popular que se expresó no sólo en las manifestaciones cívicas de los estudiantes y la marcha por la autonomía que tuvo lugar partiendo de Tampico hasta llegar a la capital del estado en aquel 1967.

Podríamos afirmar que, como nunca, miembros de la comunidad, padres de familia y estudiantes de todos los niveles le brindaron un extraordinario apoyo a la gesta histórica hasta lograr que la gubernatura del entonces mandatario estatal Praxedis Balboa accediera a las demandas, ya no exclusivamente estudiantiles, sino populares, y se cumpliera con el proceso que dio lugar a algo que ahora es implícito en la institución educativa más importante de la entidad tamaulipeca, su autonomía.

Es de esperarse que los que ahora podemos llamar como sobrevivientes de la lucha por la autonomía universitaria, merezcan el reconocimiento de su iniciativa que ha beneficiado a cientos de miles de estudiantes a lo largo de medio siglo.

Las acciones de la generación de la autonomía seguramente merecen ser recordadas, pero, más importante, ser valoradas no exclusivamente por lo que en aquel entonces representó, sino por los efectos y consecuencias de una lucha sobre la que, con toda seguridad, tendremos oportunidad de referirnos con mayor detalle.

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