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Jorge Treviño, periodista

José Luis B. Garza

21 de junio, 2015

De quienes menos escribimos los periodistas, es de los periodistas.

Tiene sentido, nuestra misión es, dependiendo del género al que nos dediquemos, narrar, describir, analizar acciones de instituciones o personalidades que raramente son, precisamente, quienes viven del o para el oficio periodístico.

Sin embargo la grey periodística es muy especial. Sus anécdotas, hazañas o desventuras se quedan, irónicamente, precisamente dentro de esta especial comunidad que formamos quienes  ejercemos la labor periodística en cualquiera de sus modalidades, sin salir a la luz pública mas que por excepción.

Pero hay ocasiones en que hay que romper con esta regla no escrita y hoy, abusando de los lectores, ante quienes no debemos de presentamos como protagonistas, sino como conducto de información; como testigos de la historia diaria; lo hago (Perdón por utilizar la primera persona) motivado por la lamentable noticia de la muerte del periodista Jorge Rodríguez Treviño, ocurrida el viernes pasado.

Los medios informativos tiene su historia, y quienes los hacen también.

Los periódicos, por su función informativa, dominante antes del ahora asombro desarrollo de los medios electrónicos, con mucha mayor razón.

En 1984, a invitación de Víctor Manuel Calzado y Manuel M. Flores, ya fallecidos, destacados corresponsales y columnistas de la época, coincidimos en Cd. Victoria un grupo de periodistas para integrar un equipo que bajo la dirección de Don Alfonso Pesil Tamez permitiría poner en marcha el diario “La Verdad”.

Si la memoria no nos falla y corriendo el riesgo de omitir algún nombre, por lo que pido disculpas anticipadas, llegamos a la capital tamaulipeca para cumplir con la encomienda mencionada, entre otros, José Azpeitia, de Matamoros, donde vivía en aquel entonces, pero su carrera periodística tenía su origen en Tampico; Roberto Ibarra, de Nuevo Laredo, el que esto escribe, de Reynosa y, precisamente, Jorge Treviño, de Matamoros.

Si bien ya estaba instalado el equipo con el que se procedería a imprimir el diario, la integración de la Redacción aún no había sido conformada. En mi caso la función era lograr vincular precisamente el trabajo de esos jóvenes, pero ya en ese entonces talentosos periodistas, con la producción y contribuir a sistematizar el trabajo de tal manera que en conjunto pudiésemos establecer la dinámica diaria de ese nuevo rotativo.

Agradezco a Javier Terrazas, actual director editorial de “La Verdad”, que me haya precisado la fecha en que vio por primera ocasión la luz pública ese medio informativo, el primero de agosto de 1984.

Los compañeros que fueron a cumplir el arranque del periódico decidieron quedarse en Cd. Victoria y, con el tiempo, cada uno de ellos fue ubicándose en diversas actividades, siempre vinculadas al oficio periodístico. En mi caso, pese a la gentil invitación de Don Alfonso Pesil para permanecer en la capital, regresé a la frontera donde tenía el compromiso de ayudar a echar a andar otro diario.

Sin embargo, quienes participamos en aquella jornada establecimos una amistad que ha perdurado a través del tiempo.

Lamento no haber tenido la oportunidad de conversar más con Jorge. Era un hombre entregado a la profesión. Siempre analítico, de buena fe y objetivo. Sin reflejar en sus escritos rencores o resabios, o estar alentado por consignas mercenarias.

Era, simplemente, un profesional.

Quiero recordar, entre los afectos personales del gremio que pasaron mejor vida este año, a los recientemente fallecidos Teodoro Medina López, que en alguna ocasión fue director de Radio Tamaulipas pero que siempre fue un orientador y consultor para algunos que nos dedicamos a este oficio.

Asimismo Alfonso de los Reyes, que inició prematuramente el viaje eterno y a quien tuve la suerte de darle su primera asignación como reportero en “Prensa de Reynosa”.

Adiós y hasta luego a los compañeros, el cielo estará, ahora, mejor informado.

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