Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
6 de mayo, 2010
Durante la noche del martes y el día de ayer, nuestro estado demostró que sigue en contingencia por los embates del crimen organizado y la guerra que sostiene el Gobierno federal, evidentemente sin el apoyo estatal y mucho menos municipal. En estos dos últimos días, el reporte oficial revela que ayer hubo balaceras en Río Bravo, en Camargo y en Miguel Alemán, con saldo de seis muertos, mientras que en Ciudad Victoria, Nuevo Laredo y Valle Hermoso murieron, en la víspera, cuatro personas más. Es decir la violencia se sigue desatando en tierras tamaulipecas. Cuando no es en Reynosa es en Matamoros, en Nuevo Laredo o en cualquier lugar de la frontera chica. La zona centro del estado y la conurbada del sur no están exentas de estas peligrosas y atroces balaceras, que además de dejar militares y sicarios sin vida, causan la muerte a personas inocentes. Pero no sólo las balas que hacen blanco en humanidades causan muertes. En la zona sur sabemos también que las balas son capaces de paralizar tres ciudades, echar abajo una feria e imponer un estado parecido al toque de queda. Eso es hoy la realidad que vive el estado, una realidad que la azota con mayor intensidad a partir de hace 45 días. Siendo realistas, cualquiera puede deducir desde hoy, sin el ánimo de ser pesimista, que de continuar esta situación en los próximos días y si llegamos así al 4 de julio, las balas y la psicosis se traducirán en una jornada con urnas vacías. Hoy, cuando los fusiles y las metralletas se imponen, la prudencia o el miedo, como quiera usted llamarlo, nos orillan a dejar a los hijos en casa y no mandarlos a clases, los grandes incluso no van a la Universidad y hasta los antros se ven vacíos. El gobernador Eugenio Hernández Flores se dijo confiado de que los recientes hechos de violencia no afectarán el actual proceso electoral en Tamaulipas, pero de todos modos ofreció apoyar a los candidatos y al Instituto Electoral de Tamaulipas (IETAM) con elementos de seguridad. Pues sí, todo quisiéramos que regrese la paz y la tranquilidad de antes, que aunque no genuinas, permitían una vida menos tormentosa, y hasta votar sin riesgos de vida o muerte.