Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
29 de mayo, 2011
Durante los últimos meses ha aflorado una serie de hechos que han reflejado, con toda crudeza y horror, los extremos a los que se ha llegado en aras de explotar a grupos de migrantes, generalmente ilegales.
Los 72 cuerpos encontrados en agosto del año pasado y los más recientes, hace tan sólo prácticamente unas semanas, en el área de San Fernando, han ubicado a ese punto geográfico como centro de atención internacional.
Pero esto es sólo una macabra muestra de lo que ocurre, en mayor o menor intensidad, a lo largo de una ruta, desgraciadamente lógica, que se inicia en Centroamérica y que, bordeando la costa del Golfo de México, tiene como paso obligado a Tamaulipas como limítrofe de los Estados Unidos, a donde, esperanzados, se dirigen muchos seres humanos en busca del sueño americano, que frecuentemente se convierte en amarga pesadilla.
Los efectos siguen siendo múltiples y se han derivado acciones de distintos niveles que, quizá, algunas de ellas, sirvan para evitar futuras matanzas, o, cuando menos, que los hechos sangrientos se reduzcan.
Todo esto es, en buena medida, consecuencia desafortunada de un desplazamiento migratorio mundial, donde básicamente quienes viven en países que no ofrecen la oportunidad de una vida digna optan por emigrar en busca de un mejor futuro, pero, en esa búsqueda, encuentran obstáculos y dificultadas que van desde la extorsión hasta la explotación diversa en los lugares de destino o, en muchos de los casos, en el trayecto.
Pero hay otro aspecto que no ha sido atendido a cabalidad en México y es el de sus migrantes en la Unión Americana y Canadá, que, representando la segunda fuente de divisas y confrontando muchos de ellos los acosos por no contar con un estatus legal, son muchas veces menospreciados por las instancias oficiales mexicanas.
Esto no ha sido general, afortunadamente.
Además de la creación de instituciones a nivel federal, que de alguna manera han establecido programas para para retener a quienes pudieran pensar en emigrar, o bien, para canalizar remesas a proyectos productivos en México y de la creación en algunos de los estados de dependencias encargadas de atender, dentro de sus limitaciones, a sus paisanos, faltan muchas acciones por emprender.
Sin embargo, la multicitada desgracia con los migrantes ocurrida muy recientemente en varias partes de México ha traído sus efectos. La nueva ley migratoria en el país; la aceptación de la corrupción existente en el propio Instituto Nacional de Migración y el ejercicio de algunas acciones legales es de esperarse que contribuyan a reducir los hechos sangrientos asociados a la migración.
En Tamaulipas, la semana pasada se creó el Instituto Tamaulipeco para los Migrantes.
Por increíble que parezca, cuando muchos de los gobiernos de los estados contaban desde hace muchos años con oficinas dedicadas a la atención a los migrantes, en Tamaulipas, siendo un estado fronterizo y que tiene una gran vinculación con la población mexicoamericana, no se le había dado la importancia adecuada a los tamaulipecos que viven en los Estados Unidos y que contribuyen, por citar sólo un aspecto, a la economía estatal mediante remesas o inversiones.
Guanajuato, Michoacán, Zacatecas, Durango y Oaxaca, por mencionar tan sólo algunos, son estados que mantienen un permanente contacto con sus paisanos radicados en la Unión Americana. Los beneficios generalmente, han sido recíprocos.
En el caso de Tamaulipas, desconocemos las atribuciones que tenga el Instituto recientemente creado. Seguramente, con respeto a las facultades de otra dependencias federales, sus funciones serán limitadas en algunos aspectos de la problemática migratoria, pero si, definitivamente se ha dado un importante paso en conectar a Tamaulipas y sus oriundos. Quien sabe muy bien eso es José M. Carmona, su flamante director, cuya trayectoria de servicio a los paisanos, principalmente en el área de los Laredos, le hizo ganarse el nombramiento que le entregara el gobernador de Tamaulipas, Egidio Torre Cantú.
Carmona formaba parte del nuevo Cabildo de Nuevo Laredo que preside el alcalde Benjamín Galván López, pero que no lo extrañará, ya que las oficinas del Instituto para Migrantes estarán precisamente ubicadas en esa ciudad fronteriza, muy cerca de la comunidad mexicana y tamaulipeca del exterior.
REBOTES
No hay que olvidar los esfuerzos que, en menor escala, pero al límite de sus atribuciones, llevó a cabo el Ayuntamiento de Reynosa al abrir una oficina de representación en el Valle de Texas, que inauguró hace unos meses el presidente municipal Everardo Villarreal, acompañado de varios alcaldes del sur de Texas. Aún queda por ver los alcances de dicha representación, pero sin duda, no puede dejar de reconocerse la voluntad de servir a los reynosenses dentro y fuera de su ciudad.
AGENCIA CONSULAR
Pero para no quedarse a la zaga, el Consulado de Estados Unidos en Matamoros abrió una agencia consular en Reynosa, que tendrá como función primordial atender a los ciudadanos estadounidenses radicados en esa frontera. La administración municipal otorgó todas las facilidades para su establecimiento e inauguración. El cónsul Michael Barkin cortó el simbólico listón al alimón con las autoridades municipales reynosenses.
DOCUMENTAL
No podemos cerrar estas líneas sin agradecer la invitación para presenciar la exhibición especial del documental producido por la editorial Hora Cero "Una ruta nada santa: De SanSalvador a San Fernando", que tuvo lugar en el parque cultural Reynosa, cuya presentación corrió a cargo del Director General y propietario de la empresa Heriberto Deándar Robinson, quien, además de agradecer la presencia de los invitados, hizo un reconocimiento y otorgó todo el crédito ampliamente merecido al director del trabajo, Héctor Hugo Jiménez Castillo. El documental, de 67 minutos de duración, aborda de manera desgarradamente humana la tragedia ocurrida a 72 migrantes centroamericanos, una buena parte de ellos, que murieren en San Fernando, Tamaulipas. El trabajo tiene el mérito de haber desplazado un equipo de investigación hasta El Salvador para obtener testimonios y proseguir a lo largo de una ruta, donde al final, la muerte puso fin a sueños y esperanzas de un grupo de migrantes. El mérito se engrandece, ya que la labor de investigación se realizó en momentos en que los los medios informativos, por las condiciones de violencia a inseguridad, se han visto forzados, por decisión propia, o por circunstancias ajenas a sus espíritu profesional, a limitar el trabajo de campo periodístico, máxime en regiones hostiles o desconocidas.
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