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5 de julio, 2009

Al tiempo de escribir esta columneja no había mucho que decir de las elecciones, salvo que transcurrían más o menos en calma. Esperamos que no resulten tan traumáticas como hace tres años. Ya habrá oportunidad de comentarlas, si es que hay oportunidad si no, psss no. En el inter, demos paso al siguiente hecho. Sábado 4 de julio, once horas. Intersección de las carreteras que conducen a Mante y san Luis Potosí, a la salida de la capital del estado. Un convoy de elementos al parecer de la PGR detienen al escribidor al igual que a otros automovilistas. -“Oríllese porque vamos a revisar su vehículo”. -“¿Hay alguna razón?”. -“No, ninguna”. -“Entonces ¿porqué me detiene?. -”Porque tenemos derecho, y también muestre su identificación”. -“Pero usted sabe que es anticonstitucional porque se viola la ley de tránsito que indica que puedo viajar libremente por todo el pais y nadie me puede detener ni exigirme identificación ni salvo-conducto, ni nada que se le parezca. Además ya sabemos que sobre la Constitución no hay derecho que valga”. -“Eso dices tu, pero si te hacemos la parada tienes la obligación de detenerte o te atienes a las consecuencias”. -“Le voy a rogar que no me tutee, no somos iguales ni en edad ni en actividad, ni en historia personal, y en cuanto a la obligación de pararme, por supuesto que tengo que hacerlo porque ustedes tienen las armas y si no lo hago me disparan en nombre de la ley y asunto arreglado”. -“Así es, por eso somos autoridad federal, y en lo de tutearlo tiene razón, disculpe, pero de cualquier forma oríllese, baje de su coche, abra la cajuela que otros compañeros cumplirán su trabajo”. Salgo de la carretera, observo que revisan otro vehículo de donde bajan a dos menores que atemorizados se abrazan de sus jóvenes padres. El trato de los policías no parece ser el más adecuado para una familia que está muy distante de asemejarse a delincuentes, pero aquí todos somos sospechosos. Estoy en turno. Se acerca un sujeto, arma larga por delante, “tocado” con un sombrero negro de alas caídas y tono costeño: -“¿ De dónde viene amigo?”. -“De Jaumave” -“¿A dónde va?”. -“Aquí a Victoria”. “¿Vive ahí?”. -“Así es”. -“¿A qué se dedica?”. “Oiga no se le hace que son muchas preguntas para una revisión que ustedes dicen que es “de rutina”, aunque vaya contra la ley…pero el tipo no responde, e insiste, “¿ a qué se dedica?”. -“Soy periodista”. -“¡No me diga!..¿trae credencial?”. -“Pues la verdad jamás la he cargado”…es aquí cuando el individuo revisa con más cuidado el vehículo como buscando algún indicio de delito, eso creo, mientras insisto sobre la violación a la Carta Magna y todos esos detalles legaloides que los nacionales creemos son serios, pero que en casos como este se convierten en una vacilada. Cuando le digo que es un abuso de poder, el tipo se acerca, acomoda su arma y entonces recreo hechos funestos sucedidos en otras partes. El temor en despoblado es natural, así que bye, bye, prefiero concluir en buenos términos aquella escena de terror. Hasta lueguito.
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