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Tamaulipas, el P.R.D. y AMLO

Martín SIFUENTES

18 de junio, 2009

Andrés Manuel López Obrador ha venido varias veces a Tamaulipas. Y ello, aunque para él, esta entidad no signifique nada. En contadas ocasiones, el PRD ha ganado una alcaldía, alguna una diputación local. Y ya. En Tamaulipas ese partido prácticamente no existe. Susa dirigentes nacionales, desde su fundación, nunca se han preocupado por sembrar aquí al menos una semilla que haga crecer sus posibilidades. No han hecho el mínimo esfuerzo por acarrearse simpatías. Nula operación, cero trabajo político. La ultima vez que vimos por estas tierras a López Obrador, fue hace una o dos semanas. Y no vino abanderando al PRD. En este proceso electoral se arropa en el PT. Aunque la verdad, da la impresión de que es totalmente a la inversa. El Peje no necesita al Partido del Trabajo, sino más bien el PT lo necesita a él. Que es un personaje principal en el teatro de la política nacional, ni quien lo dude. Que su personalidad atrae, no se puede negar. Pero también es cierto que su brillo se ha ido opacando, ha perdido piso. Su evidente inclinación al choque, lo han hecho un tipo indeseable. El sigue perteneciendo al PRD, y para nadie es un secreto que la dirigencia de ese partido, ya no lo soporta. Se apuesta doble contra sencillo que una vez que pase el 5 de julio, le van a aplicar el reglamento y será expulsado. Se va a ir y se va a llevar consigo a un puñado de seguidores. Un partido a donde ir no le va a faltar. Incluso podría hasta crear uno. La ultima baladronada del Peje, debe haber dolido mucho hacia el interior perredista. Dijo “no los he mandado al carajo, nomás por la gente…” Se dio el lujo de promover el voto para otro partido y hacer aparecer a Marcelo Ebrard como su títere.(“Votaremos por el candidato del PT, Rafael Acosta, ganará, tomará posesión y pedirá licencia para que Ebrard pida a la ALDF que nombre a Clara…”) El caso de la Delegación Iztapalapa, el santuario perredista en el DF, ha mostrado una vez más, de una pieza a AMLO. Impositivo, intolerante, cínico. Intratable y terco. Creyéndose dueño absoluto de la verdad. Ha dividido a la izquierda mexicana y hasta da la impresión de que en el fondo, quiere sepultarla. La dirigencia del PRD se ha visto tibia. Le tienen miedo, pero a la vez, le han perdido el respeto. Hoy ninguna de las alas del perredismo, ninguna de sus “tribus” tiene una identificación plena con el otrora mandamás del sol azteca. Al mesianismo impulsado por López Obrador ya se le viene la noche. Y de aquel hombre carismático que estuvo a un instante de derrotar a Calderón, ya no queda nada, porque se ha devaluado, se ha desgastado. Mucha gente que lo apoyó y creyó en él, hoy está convencida de que su publicidad miente. No estaríamos mejor.
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