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Obesidad infantil y negatividad

Martín SIFUENTES

16 de abril, 2010

En México somos muy dados a hacer debate por todo. No nos podemos sustraer de la polémica, y eso es la que está sucediendo con la iniciativa de ley para combatir la obesidad infantil. Se trata de un tema que ni siquiera debiera cuestionarse. Está de por medio la salud y hasta la vida misma de nuestra niñez. Los datos a los que tenemos acceso, respecto al asunto, son ya de por si escandalosos: México ocupa el segundo lugar en el mundo en obesidad infantil, y hay un incremento alarmante de 77 por ciento en el número de niños entre 5 y 11 años que padecen algún grado de gordura. De seguir esa tendencia, en 2015, la obesidad representará una carga financiera de 100 mil millones de pesos, de los cuales 70 mil corresponderían a gastos médicos. Ante esto, insisto, no deberíamos ni siquiera pensar en aplicar medidas. Se deben ejecutar en inmediato. Pero al momento en que trascendió a los medios la propuesta de hacer obligatoria media hora diaria de ejercicios físicos y la prohibición para la venta de comida chatarra en las escuelas, surgieron de inmediato las voces en contra. Y el muy mexicano debate sobre el particular. Argumentan quienes están en contra de la medida, que “no hay condiciones para cumplir con esos treinta minutos de ejercicio, porque significaría que los niños ocuparan el 20 por ciento del horario escolar a esa actividad, lo que tendría un alto impacto en la sobre la calidad educativa”. Otros dice que por lo menos en 180 mil escuelas, de las 210 mil que tienen el sistema educativo mexicano, “no hay patio”. Legisladores como el senador panista, Ricardo Torres Origel, de la Comisión de Salud, consideran la iniciativa como “un reflejo de la absoluta ignorancia de los diputados”. Se puede prever de antemano, que la ley va a ser detenida en el senado. Y ello, es atentar contra México y contra los millones de niños mexicanos que sufren del sobrepeso. Cierto es que nuestro país tiene una de las jornadas escolares más cortas del mundo, con apenas 4 horas y media diarias. Una solución rápida sería aumentar una hora, para que no se alteren los programas educativos. Pero obvio, ellos nos llevaría a una nueva controversia: El sindicato de maestros pondría el grito en el cielo por la hora extra. También, sobre el argumento de que no hay espacios físicos, no está de más reconocer que no se necesitan canchas o gimnasios para hacer actividades físicas. Es más importante incidir en el espíritu de los chicos para que realicen ejercicio. En este ciclo escolar, la SEP ha incorporado por primera vez en sus libros de primero a sexto grados, consejos de educación física. En los textos, piden a los maestros y estudiantes, tener creatividad para la práctica física. Por ejemplo, sugieren improvisar una cancha de basquetbol bajo el cobijo de un árbol, colocar una cubeta como canasta en una de sus ramas y usar como pelota una bola de papel o cinta adhesiva. Habrá quien vea esto como una autentica mafufada. Solo habrá que recordarle que la imaginación infantil, no tiene límites. Po r esta única vez, todos aquellos que sistemáticamente critican y polemizan, debieran tomar conciencia y no juzgar a priori. Deben apoyar la iniciativa sin ponerle reparos. En cambio, si logran que los ejercicios físicos den inicio “hasta que todas las escuelas tengan los espacios para hacerlos”, nunca, nunca, nunca vamos a comenzar. Y eso, es atentar contra la niñez mexicana. Estamos ante una delicada cuestión de salud pública. Millones de niños mexicanos están en riesgo de padecer peligrosas enfermedades. Que sea por ellos. Esta vez, no le busquemos las fallas a la iniciativa. Que se le de para adelante, y ya con el paso se pueden ir corrigiendo errores.
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