Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
1 de abril, 2010
Lo peor que le puede ocurrir a un candidato y a un partido es enfrentar el fuego amigo, porque no solo deben ocuparse y preocuparse de los adversarios, sino que de paso tienen que cuidarse de quiénes se supone deben ser sus aliados. Hemos repetido, hasta la saciedad, que en el PRI antes de las campañas suelen darse batallas en las que los aspirantes a cargos de elección se destrozan, se despedazan y buscan hacerse daño, pero una vez que se decide quién es el abanderado, se da un borrón y cuenta nueva y aquí no ha pasado nada. Son contados los casos de los militantes que al no ser nominados deciden emigrar a otros partidos. En los últimas dos décadas no se han dado desprendimientos que hayan afectado el PRI. La última defección importante se dio en octubre de 1986, cuando la CNOP menospreció seis posiciones en el cabildo, pues quería siete. Al despreciar esas seis posiciones, la CTM habilitó como “cenopistas” a diversos personajes, al mismo tiempo que desde la capital del estado se autorizó sustituir al dirigente Oscar Gutiérrez por Fidel Treviño. Fuera de eso, en el PRI todo ha sido tranquilo durante estos años. De pronto hay alguien que se molesta porque no se le dio algo y lo más que hace es no participar en la campaña. O se dan casos de elementos que se retiran del partido, pero se van como llegaron: solos. En cambio, durante la última década en el PRD las pugnas internas han sido constantes, con elementos que incluso han hecho abiertamente campaña a favor de otros partidos, como sucedió en el 2004 en la que el luchador social Heriberto Galván hizo campaña a favor del PAN. El PAN tampoco ha estado exento de estas pugnas. La más reciente, además de descarada, se dio en el 2007 cuando un grupo de facciosos se amparo en el anonimato y promovió el voto cruzado, invitando a votar por el candidato del PRI a la alcaldía y por la candidata del PAN a la diputación. Todo esto dio como resultado que la candidata a diputada, Ileana Medina, obtuviera más votos que el candidato a alcalde, Hugo Galindo Leal. Nadie ignora que en el PAN funcionan dos grupos que buscan hacerse daño entre sí. Ninguno está dispuesto a ceder y en cada proceso electoral y en cada proceso partidista luchan entre sí, para hacerse del poder. Ninguno está dispuesto a negociar con el rival, al que buscan darle con todo. Al final es el partido quien resulta afectado, porque de por sí son pocos militantes para que encima estén enfrentados. Pareciera que tanto en el PAN como en el PRD estuviesen condenados a enfrentar este tipo de pugnas internas durante toda la vida. No quieren entender que los rivales están enfrente y no dentro. Mientras piensen que el rival está adentro lo mejor que pueden hacer es emigrar a otro partido. Pero el problema es que no lo hacen, porque están empeñados en molestar a los de casa y que voluntariamente renuncien al partido. Por supuesto, estos enfrentamientos internos favorecen al resto de los partidos. Para quienes de pronto llegan estos partidos debe ser muy molesto preocuparse tanto de los de fuera como de los de dentro y seguramente más de uno termina preguntándose: ¿Pero qué necesidad?