Para que no jueguen a las contras

Martín SIFUENTES

24 de marzo, 2010

Se oficializaron ya las ternas priistas en todos los municipios y distritos electorales. El caso Matamoros, es de llamar la atención, por lo controvertido de los personajes que la integran. La candidatura a la presidencia municipal, no es discutible. Alfonso Sánchez fue bien recibido, es aceptado, y desde su designación, nadie la ha cuestionado. Poncho trabajó para estar en donde hoy está y en general, el comentario le es favorable. Priistas ven en él a un personaje confiable, y que puede dar una pelea interesante y con posibilidades de triunfo. No es el caso de los dos candidatos a las diputaciones locales por los tres distritos que abarcan territorialmente a la heroica Matamoros. De entrada, el haber cedido un lugar a la coalición que lleva el PRI con el PANAl, no agradó a muchos. Más bien, a nadie. Los tricolores matamorenses se sintieron despojados de una posición, y ya de entrada, hubo malestar. Y luego, la designación inesperada de Carlos Valenzuela, dejó boquiabiertos a más de tres. Al propietario de “Bigos”, prácticamente toda la clase política lo daba por muerto. Aquel pecado, nunca aclarado debidamente, por supuestamente, “guardar” despensas en un lugar de su propiedad, lo marcó. Y se pensaba que esa marca era definitiva. Pero no fue así. Poderosas recomendaciones lograron que fuera “palomeado” de última hora, dejando en el camino a Mario Tapia, hombre cercano a Erick Silva, y a quien ya se le veía prácticamente sentado en una curul del congreso estatal. La otra designación, se le da a al regidor Daniel Sampayo, ex secretario de Tomas Yarrington, y al igual que en el caso de Valenzuela, la nominación ha sido cuestionada, criticada y objeto de comentarios maliciosos. Ambos ya son hoy candidatos. Después de las convenciones distritales de delegados, efectuadas la tarde del miércoles, se ha oficializado su investidura. Ahora viene lo mejor para los dos. Porque no pueden apelar a la disciplina partidista, y que solo por ella, los militantes tengan la obligación de apoyarlos. No, el apoyo de sus correligionarios, se lo tienen que ganar, y tendrán que sudarle para cambiar la percepción de sus propios compañeros de partido. Valenzuela y Sampayo, aparte de convencer al electorado, tendrán que trabajar intensamente hacia el interior del PRI. Ellos deben saber que su candidatura no fue bien recibida, que no agradó su nominación, y para revertir eso, deben trabajar y demostrar a aquellos que se oponían a su nominación, que estaban equivocados. Es una labor dura y complicada. Pero tienen el tiempo suficiente. Igual situación se vive en otros distritos. Hay muchos otros casos en los que la base no está de acuerdo y hay que resanar esas grietas. De no hacer caso a las advertencias, el precio podría ser alto. En muchos casos, priistas podrían jugar a las contras de manera disimulada.