Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
5 de marzo, 2010
La forma más sucia y triste de hacer política en México, quedó de manifiesto al salir a la luz pública el deshonroso acuerdo “en lo oscurito” entre las dirigencias del PAN y del PRI. A Cesar Nava no le quedó más camino que reconocer que firmó un pacto con la presidenta del tricolor, Beatriz Paredes, para no realizar ninguna alianza electoral en las elecciones del 2011 en el estado de México. Esto, a cambio de que los priistas aprobaran el paquete fiscal del Presidente Calderón. Vergonzoso. Porque visto desde el ángulo que se quiera, más que traición al interior del PAN o PRI, en realidad, se trata de un acto en contra de la sociedad mexicana. Ahora Cesar Nava dice que “el pacto fue incumplido”. Sin embargo, los legisladores priistas avalaron la reforma fiscal. Pero no cabe duda que quien sale peor librado de este embrollo, es el dirigente panista. De mentiroso no es bajado. En todo este escándalo, sale hasta salpicado el presidente Felipe Calderón. No es posible creer que no haya estado enterado de esos acuerdos. ¿Entonces, por qué firmó el secretario de gobernación?, ¿es posible que la mano derecha del ejecutivo, quien maneja la política interna del país, no le informe de los asuntos importantes? Y el PRI, hábilmente trata de deslindarse. La bancada tricolor en el senado, acusó al PAN de “mentirosos y mediocres”. Niega Manlio Fabio Beltrones, otro que nunca supo del acuerdo, que los senadores priistas hayan incumplido el pacto, como lo dice Nava. “Ningún senador priista conoció, se comprometió o signó acuerdo alguno. Cambiar votos por pactos deshonestos, nunca lo haríamos”, alega Beltrones. ¿Entonces también Beatriz Paredes les jugó el dedo en la boca a los senadores?, ¿de verdad, ni el propio coordinador lo sabía? Qué pena. Todo esto enrarece el ya de por si denso ambiente político mexicano. Hoy, nadie debe extrañarse del por qué la clase política pierde cada vez más credibilidad ante la sociedad mexicana. No deben preguntarse por que los políticos no son confiables, ni son vistos con buenos ojos por la gente. No hay político ingenuo. Mucho menos quienes andan a esos niveles. Todos los participantes en este escándalo, quedan muy mal. Lo mismo firmantes, que “testigos de honor”. Los que sabían y “los que no sabían”. Ya a ninguno se le va a creer.