Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
4 de febrero, 2010
A unos días de que el PRI emita su convocatoria para la selección de candidatos a alcalde y diputados, los mencionables tienen los nervios de punta. Algunos ya quieren que se despeje la incógnita, para celebrar, o para darle la vuelta a la página y seguir su camino adelante. La realidad es que de los siete más mencionables por los medios de comunicación, tres son los que están en el ánimo del gran elector. Los demás han sido incorporados a la lista de citables, por diversas razones, pero no porque realmente exista la posibilidad de ser tomados en cuenta. Los tres que si pueden presumir de estar en ánimo del gran elector son Carlos Montiel, Benjamín Galán y Héctor Canales. De esta tripleta saldrá el candidato. Sorpresa sería que se seleccionara a otro. Y es que con todo y que personajes como José Manuel Abdala, Luis Moreno Sesma, Ramiro Ramos y Javier Peña tengan méritos para ser tomados en cuenta, la realidad es que algunos de ellos sufrieron calenturas ajenas. Es más no falta el mitómano que quiere ganarse la candidatura pregonando un día sí, y otro también, que ya le hablaron para notificarle que él es el bueno. Pero todo es una fantasía inducida. La verdad es que el PRI del 2010 es el mismo del siglo pasado. Es el mismo de 1929. Si en el pasado había un maximato, hoy sigue siendo igual. Cambian los nombres de los que hacen política, pero no los sistemas. Pero además, es un sistema que funcionó muy bien durante 70 años y si en el 2000 se perdió la presidencia de la república, no significa que se tengan que echar al cesto de la basura 70 años de historia. No que va, basta con aplicar reformas, para tomar lo mejor del PRI anterior al año dos mil. Antes del 2000 y después del 2000, al PRI le funciono muy bien las decisiones verticales. Ciertamente en el camino se han sufrido descalabros, pero eso es normal. Si en el pasado las decisiones verticales funcionaron, hoy sigue siendo igual y por eso el PRI no cambia. No tiene porque, cuando las cosas le han salido bien. Lo que ocurrió con la candidatura a la gubernatura, se repetirá en las alcaldías y diputaciones. Mal hacen los que sufren calenturas ajenas. Ciertamente a casi todos les gustaría ser alcalde de su ciudad, pero una cosa es querer y otra poder serlo. El año pasado, por ejemplo, al arquitecto José Luis Palos le entró la calentura de querer ser. Antes le pidió la bendición a su padrino Horacio Garza, quien le dijo que sí, pero a la hora de echar cuentas, a Palos le dolió el codo y dijo que mejor no. Es cierto que en política nada está escrito, es cierto que como luego dicen, de la boca a la sopa se cae la sopa, es cierto que todo puede pasar y que lo que hoy es, mañana ya no lo es. Todo eso es cierto, como también que cuando se tiene el respaldo del gran elector, todo lo demás sale sobrando. Con el respaldo del gran elector, qué importa que no sea el mejor posicionado; con el respaldo del gran elector, qué importa que no se sea el más carismático; con el respaldo del gran elector no hace falta ser gran orador, ni tener ojos azules o ser bonito, al fin de cuentas se va a una elección no a un concurso de belleza. Por lo pronto, el pasado martes, Carlos Montiel Saeb fue llamado de urgencia a Ciudad Victoria, por el gran elector. El hombre rento avión, fue y vino el mismo día. Lo que hablaron es un secreto, por ahora.