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16 de septiembre, 2009

Los mexicanos leen muy poco. O más bien, no leen buenas lecturas. En promedio cada uno de los 104 millones de mexicanos que hay en el país, lee menos de 3 libros al año. En el país se editan alrededor de 250 millones de ejemplares al año, de los cuales 160 corresponden a libros de texto gratuitos que se distribuyen en las escuelas públicas. Cada mexicano gasta alrededor de 6.8 dólares al año en libros. Casi todo mundo dice que no compra libros porque son muy caros. Sin embargo, hay quienes cada semana compran su revista favorita y sumando lo que gastan al año da una buena cantidad, suficiente para poder comprar más de una docena de buenos libros. Hoy por hoy, la revista que más se lee en el país es el Libro Vaquero con 41.6 millones de ejemplares al año, aunque hace 23 años vendía 63 millones. Ha perdido, pues, mercado. Las revistas de chismes de la farándula, Tv-Novelas, vende 28 millones de ejemplares al año, en tanto que su competidora, Tv-Notas, vende 21.8 millones. En la práctica, ambas revistas parecen una copia de la otra, pues manejan las mismas notas y entrevistas “exclusivas” que su competidora publica en el número que corre en la semana. Pero los tirajes de las revistas de hoy no son nada comparados con los que en los años cincuentas y sesentas, del siglo pasado, tenían las historietas como El Memín Pinguin, Lágrimas y Risas o Kaliman. Esta última, en 1965, vendía dos millones de ejemplares a la semana y eso que había 42 millones de habitantes, frente a los 107 que hay en la actualidad. Por esa misma época Lagrimas vendía un millón y medio de ejemplares a la semana y el Memín, un millón 100 mil. Las historietas dejaron de venderse después de los años setentas, cuando se popularizó la televisión. En vez de historietas, los mexicanos optaron por la televisión y sus telenovelas predecibles, con la clásica historia de la muchacha pobre que se enamora del galán rico y terminan casándose. En el siglo XXI, el internet compite ya con la televisión y aunque la televisión y el internet gozan, el primero de buenos canales y buenos programas y el segundo de muchísimas buenas páginas, la mayoría prefiere ver mugrero, porque no recibió la suficiente educación para tener mejor poder de decisión. Si en el pasado le televisión se convirtió en una caja idiota, hoy el internet es la nueva caja idiota, en la que una inmensa mayoría de los cibernautas dedican varias horas del día viendo videos estúpidos dizque graciosos, chateando con amigos que les escriben desde el lugar más lejano del mundo y los invitan a visitarlos o viendo pornografía. La venta de libros se ha convertido en un negocio en peligro de extinción. En el país hay menos de 400 librerías para 107 millones de habitantes y en comparación he aquí un dato que nos impresionó hace algunos años cuando leímos una biografía sobre Klaus Barbie: a fines de la década de los años treintas, la ciudad de Lyon, en Francia, tenía 800 mil habitantes y contaba con 60 librerías y media docena de periódicos diarios, además de los que llegaban de París. Nos falta, pues, una gran campaña de promoción de la lectura y nos hace falta un Secretario de Educación al estilo de José Vasconcelos.
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