Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
9 de septiembre, 2009
El Secretario de Hacienda, Agustín Castrens, no se midió con la presentación de la propuesta fiscal para el 2010, al anunciar un nuevo impuesto al consumo –que no es más que IVA disfrazado-- e incrementos al ISR, el IDA, el IETU y a las tarifas del teléfono, los radios de comunicación, el internet y el cable. Cuando Castren apareció en la televisión haciendo este anuncio, más de un mexicano lamento, además de lamentársela, no tener a la mano una piedra, para arrojársela al menos a la pantalla. Y es que el gobierno ve la tempestad y no se hinca. Estamos viviendo la peor de la crisis de nuestras vidas, solo comparable con la del 29, pero esa pocos de los que hoy viven la vivieron. Este año la crisis ha sido devastadora, no solo a nivel macro económico, también a nivel doméstico. Cayeron las exportaciones, cayeron las remesas que envían los paisanos, cayó la producción petrolera, no han regresado las inversiones extranjeras, se disparo la inflación, hay dos millones 400 mil desempleados, el dólar sigue carísimo, las reservas internacionales sufrieron una buena rasurada, cayó el PIB, se cayó el ahorro interno. Este ha sido un año devastador para todos, sobre todo para los pobres, de tal manera que el anuncio de Castrens se sintió como una patada en salva sea la patria. Todo mundo debe estar consciente de que la crisis obliga a tomar medidas drásticas y dolorosas para revertir la situación, pero lo que hizo el Secretario de Hacienda fue brutal. Junto a él, las medidas de tortura de los nazis son cosa de niños. La propuesta dada a conocer por el señor Castrens es la propuesta del Presidente Felipe Calderón, ahora la analizará el Congreso y si el PRI y el PRD son congruentes, van a rechazar la mayoría de los puntos que sugiere el gobierno. Por supuesto, no se trata de oponerse por sistema. De ninguna manera. El gobierno tiene que aplicar medidas para enfrentar la crisis, que se ha agravado por ser una crisis internacional. Esto lo entienden los partidos. Algunas de las propuestas tendrán que ser aprobadas, no al 100 por ciento de la propuesta gubernamental, pero sí de manera parcial, además de que el gobierno tendrá que reducir su gasto de manera real, no solo en salarios, también en prestaciones, en gasto corriente. Ante la peor de la crisis de nuestras vidas hay quienes han deslizado la opinión de que estamos al borde de un estallido social. Esta es una frase hecha en cada crisis que se registra, pero hoy tiene un significado especial por estar a menos de un año del centenario de la Revolución y el bicentenario de la Independencia. Hace 99 años, con motivo de la celebración de las fiestas del centenario de la Independencia, los ministros extranjeros acreditados en México, descartaban la posibilidad de un estallido social y daban poca importancia a las protestas de Francisco Ignacio Madero, por el reciente fraude en las elecciones. Sin embargo, meses después se registraron estallidos sociales en diversos puntos del país que culminaron al siguiente año con la renuncia de Don Porfirio. Nadie quiere, por supuesto, un estallido social, pero tampoco se debe abonar a ello. Hoy que el gobierno necesita de recursos, que obligue a pagar impuestos a los que no lo hacen, porque desgraciadamente cada vez que necesita dinero lo primer que hace es apretar más a los causantes cautivos.