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Carlos Manzo: de agitador a mártir

José Ángel Solorio

10 de noviembre, 2025

La muerte  del alcalde de Uruapan, Michoacán, Carlos Manzo, fue una muerte anunciada. Su destino fatal no la acuñó él; la diseñaron, quienes sabían que el lucro que sacarían de la inmolación les serviría de combustible para alimentar sus odios y sus rencores contra el proyecto de la IV T y su Segundo Piso.

 Sí.

 La gran prensa y los conservadores que la alimentan, lo convirtieron en combustible para alimentar y fortalecer su discurso opositor.

 La red de intereses oscuros del país, vieron la oportunidad de agarrar fuerza con una legítima demanda ciudadana.

 ¿Sabían que iba a morir?

 Lo sabían.

 ¿Las funciones del alcalde son llevar a cabo tareas de seguridad pública que le competen a la federación?

 No.

 Por muchas razones.

 Los policías municipales, tiene un poder de fuego limitado; poseen un parque vehicular vulnerable; los bajos salarios hacen visiblemente corrompibles, ante el poder del crimen organizado -se sabe ahora, por declaraciones del hermano del presidente municipal ultimado, que sus guarda espaldas en quienes más confiaba permitieron su atentado-; la cantidad de guardianes del orden en los municipios, es infinitamente menor que el del narcotráfico y su equipo de combate es prácticamente inservible en contra de un enemigo, organizativa y logísticamente más fuerte.

 Todo eso lo sabían Manzo y sus apoyadores.

 Él era un hombre de buena fe; sus amigos de viaje, no tanto: iban por la raja; unos para evitar pagar impuestos, otros para echar en cara la fallida política de combate a la delincuencia, y algunos más, para enlodar al Poder judicial.

 Lo engrandecieron, desmesuradamente.

 Lo hicieron héroe: que lo era, sólo que sus falsos coaligados escondían sus verdaderos propósitos.

 Sin eufemismos: lo lanzaron al foso de los leones.

 El único apoyo que le ofrecieron el grupo de políticos que lo animó a enfrentarse al crimen organizado, fue moral, mediático. 

 No hay que olvidar, que esos delincuentes crecieron y se fortalecieron en el sexenio del presidente Felipe Calderón. Su hermana, era beneficiaria de los favores político-electorales del capo conocido como la Tuta. Fue en esa época, en que su armamento, se equiparó con el del estado.

 La derecha, en este periodo de la IV T y su Segundo Piso, se ha convertido en una fábrica de mártires.

 ¡Hasta el hijo de Colosio quiere justicia para Carlos Manzo!

 Discurso hipócrita: vivos, los acusan de agitadores; muertos, los llaman héroes.

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