Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
23 de febrero, 2010
El tema parece convertirse en una obsesión: “Les vamos a partir la madre”. Lo dijo el diputado local Jorge Alejandro Díaz Casillas, que aspira a ser el candidato panista al gobierno municipal de Tampico. Era el pensamiento de Cabeza de Vaca. Y a nivel nacional, lo es de Cesar Nava, presidente nacional panista, quien en su afán obsesivo de derrotar al priismo, ha conformado y formado a esos extraños entes llamados coaliciones. Una cosa es tener deseo de victoria, y otra es dar todo a cambio de la victoria. Hoy vemos a un PAN que es capaz de dar su alma al diablo con tal de vencer a su archi enemigo. José Julián Sacramento en cambio, se ve un hombre mesurado, tranquilo. Y sin odio hacia el PRI. Se nota ubicado, pensante y consiente de la realidad. No vemos en él, y ello es objeto de crítica, un tipo broncudo que grite a los cuatro vientos que “le va a partir la madre al PRI”. Y no creemos que sea tibieza. Más bien es cuestión de educación y principios. El PAN tamaulipeco es contradictorio. Su dirigencia estatal y su candidato a gobernador, se muestran en un plano muy de altura. De convivencia política y sin entrar en confrontaciones. En cambio, algunos de sus miembros, sacan el más puro estilo pandillero. ¿Por cuál estilo se definirán las candidaturas a las presidencias municipales? Claro, existe la intención de tener buenos candidatos panistas en alcaldías que les interesan, o en las que creen tener alguna opción de triunfo. Concretamente Reynosa, Tampico, Matamoros y por qué no, hasta ciudad Victoria. Nadie puede negar que en la capital, Mónica Dávila o Gustavo Cárdenas, puedan hacer ruido. En la frontera, Raúl García Vivian no es ningún flan. Ya ha ganado una elección por votos… En Matamoros, Ramón Sampayo no la juega a perder. Se está rodeando de un equipo de gente con mucha experiencia, y se nota que van con todo…. Insisto: No es través de un odio profundo hacia el rival como se gana una pelea. No se trata de partirle la madre a nadie. Se trata de jugar limpio, convencer. Y ya después, vencer.