Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
28 de mayo, 2009
Conforme se va acercando el 5 de julio, se van viendo mas cosas. El operativo en Michoacán del martes 26 de mayo, pasó de ser un mero asunto policiaco, a un profundo tema político-electoral. Ya una semana antes habíamos vivido el caso Zacatecas, el cual también, pasó de la nota roja a la nota política. ¿Qué sigue?, ¿habrá mas? No se. Y no se quien lo sepa. Sin embargo, es evidente que ante lo gris, frío e ignorado que era este proceso electoral, en forma repentina ha ido cambiando el panorama, hasta llegar, por fin, a ser tema de conversación de la sociedad. Pero, ojo, eso no garantiza que el domingo de elecciones, la población se vaya a volcar sobre las urnas. Más bien toda esta suciedad que está brotando incidirá negativamente en el ánimo de los electores. Ni duda. ¿Qué está en juego?, ¿Por qué tanto encono? Lo que está en lucha para el primer domingo de julio no es tan solo la renovación de la cámara baja del Congreso de la Unión. Eso es solo una parte del gran pastel. Es una gran rebanada para 500 comensales. Ese mismo día también habrá elecciones locales en once estados; En Campeche, Colima, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí y Sonora, elegirán gobernador, congreso local y ayuntamientos. En el Distrito Federal, 66 diputados a la Asamblea Legislativa y 16 jefes delegacionales. En el Estado de México, Guanajuato, Jalisco y Morelos, renovaran ayuntamientos y diputados locales. Es decir, esto no es tan solo una simple y sencilla elección. Es muy compleja. E independientemente de la conformación del congreso y de pretender saber quien tendrá la tan importante mayoría, hay mucho más en juego. En el caso de las renovaciones de gobiernos estatales, recuérdese que de los 6 estados en disputa, en 4 gobierna el PRI, Campeche, Colima, Nuevo León y Sonora. En dos, manda el PAN, Querétaro y San Luis Potosí. En todos los casos, la lucha es encarnizada. En todos los casos, el partido que no está en el poder hace todo por quitar al que lo tiene. Y otro ejemplo del por qué de esa guerra partidista; el Estado de México, la entidad gobernada por Enrique Peña Nieto, uno de los más grandes enemigos a vencer para el PAN, es un trofeo nada despreciable. Derrotar a Peña Nieto en su propio estado, equivaldría a despojarlo de sus aspiraciones presidenciales. Ahí se juegan 125 ayuntamientos y 75 diputaciones. Todo lo anterior nos da una idea de la magnitud de lo que está en juego para los partidos, sus dirigentes y para los candidatos. Para ellos, es mucho. Y no debe importar la forma de llegar al triunfo. Lo más importante es llegar. La guerra está declarada. Falta más de un mes. Nos falta mucho por ver. Aun y cuando para los actores de esa lucha, millones de mexicanos no representen más que un simple voto