Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
30 de noviembre, 2009
En tanto uno apenas transita por la mitad de su difícil periodo, el otro llega al quinto año con una sonrisa de oreja a oreja. Mientras uno ve frente a si mismo un mundo de conflictos, el otro ve como su mayor problema la designación de su sucesor. Felipe Calderón y Eugenio Hernandez ven cruzar sus caminos, pero cada uno desde una óptica distinta. Para el Presidente de la Republica, el sendero ha sido espinoso, empedrado y fangoso. El gobernador tamaulipeco, ha transitado por una vereda iluminada y tersa. Calderón, al frente de este país, ha enfrentado, y lo seguirá haciendo, a varios enemigos letales: una crisis económica galopante y destructiva, una creciente pobreza de la mano de una histórica perdida de empleos, y desde luego, un crecimiento desmedido de la delincuencia. Ha enfrentado a congresos no afines. Ha sorteado una epidemia. Su partido las ha perdido de todas, todas. En suma, estos tres años, han sido para Calderón, y para México en si, de sufrimiento, de descomposición y nulo crecimiento. Eugenio Hernandez, desde el gobierno tamaulipeco, se ha convertido el personaje. Quien detenta el poder político en su entidad. Es la estrella en este momento. Y llega a su quinto año de gobierno sin sobresaltos ni obstáculos. La carga de la problemática social le corresponde a la federación. Problemas de seguridad, infraestructura, carreteras, combate a la pobreza, promoción del empleo, economía y demás, se trabajan desde la Ciudad de México. Aquí, las cuestiones que tienen que ver con el estado, se atacan y se solucionan de inmediato. Los tamaulipecos vivimos en dos dimensiones. Como parte del país, tenemos los mismos problemas que Guanajuato o Yucatán. Pero a nivel local, nos la llevamos muy tranquilos. Pero no hay que olvidar que aun hay muchos pendientes. Lo que pasa es que ante la magnitud de los problemas nacionales, la problemática tamaulipeca es pecata minuta.