Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
25 de noviembre, 2009
Desde 1928, cuando Plutarco Elías Calles fundó lo que se llamaba Partido Nacional Revolucionario (PNR), y lo que 9 años después Lázaro Cárdenas bautizó como Partido de la Revolución Mexicana (PRM), y que desde 1946 se conoce como PRI, ha sido un pecado casi mortal admitir tener aspiraciones a ser candidato a algún puesto de elección representando las siglas de ese partido. Salvo muy rarísimas excepciones, algún personaje se ha atrevido a romper esa regla no escrita del priismo. Decir “Yo quiero ser”, equivale a una grosería que no permite hacia el interior de ese instituto político. La palabra modernidad parece ser no conocida. Osar hacer publicas las aspiraciones, es como renunciar a las mismas. Todo priista bien nacido, debe aprender desde chiquito, las reglas que se manejan por fuera de los estatutos. Una de ellas, insalvable, es simular, manifestar “ser un soldado del partido”, “esperar los tiempos” y “ser alineado” hasta la muerte. Las reglas no escritas dicen que aun y cuando haya un método de selección conocido como “consulta a las bases”, hay un único y universal elector que decide. Que cuando se nombra a un candidato “de unidad”, hubo previamente una decisión del gran elector. Y que el acto en el que “todos los priistas unidos como uno solo decidieron”, es solo una representación teatral. Tan mal actuada que en la convención, un representante de sector “propone a fulano” Ahí mismo se forma una comisión para “ir a invitarlo a que acepte esa honrosa decisión”. Y resulta que el fulano propuesto, está afuera de donde se realiza la convención. Y entra en medio de aplausos que lo emocionan hasta las lágrimas. ¿Por qué veríamos en Tamaulipas (y en cualquier entidad) como algo imposible que Rodolfo Torre, Javier Gil, Manuel Asad u otro, dijeran que aspiran a ser candidatos de su partido al gobierno estatal? ¿Habrá algún priista que se atreva a gritar a los cuatro vientos “que quiere ser”? No. Y más cuando si en pleno verano se les lanzó la advertencia de que “no salieran”, porque les podría dar un golpe de calor. Y hoy, en vísperas del invierno y de la navidad, su presidente estatal les aventó otra advertencia genial: “A todos les deseamos y les dijimos que pasaran una navidad tranquila, una invitación a que disfruten las fiestas decembrinas, a que se abriguen bien, no les vaya a dar una pulmonía, que no salgan mucho porque por ahí anda El Grinch, no les vaya a robar la navidad y se las convierta en triste navidad…” El PRI no cambia. Y no lo hará en mucho tiempo.