Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
24 de noviembre, 2009
Más allá del ingenioso intercambio de chistoretes entre el Presidente Calderón y el Gobernador Eugenio Hernandez, en el evento en El Cielo, se evidenció una relación cómoda y relajada entre ambos personajes. Los dos dejaron en claro que independientemente de su distinta ideología política, se llevan bien, se comunican, y que no están lejos de acuerdos y encuentros. El duelo de chistes de cueras, llegadas al cielo y colores, se robó la nota. Se destacó más la agilidad mental del mandatario y del gobernador, que el motivo de su presencia en ese bello lugar. Lo que lleva al análisis del hecho, es saber si acaso hubo un acuerdo previo. El Presidente en México, es una figura que no bromea a diario. Ni al que se le lanzan bromas con juegos de palabras. De ahí la duda. Que en una entidad con altísimos problemas de seguridad, el Presidente se muestre tan ligero, llama la atención. Que en un estado gobernado por un partido que no es el suyo se hagan chuscadas al respecto, es muy interesante. Calderón llega a Tamaulipas en un momento difícil de su administración. En medio de la más aguda de las crisis económicas en muchos lustros. Con una inseguridad cada vez más creciente. Con un insólito e histórico abucheo reciente en un estadio con 30 mil asistentes, y con una reciente recriminación de un premio Nobel de economía. Al Presidente le urgía reintegrarse a si mismo. Y Tamaulipas fue el escenario. Para verse humano, sensible, político ágil. Y cercano a la gente. En el protocolo de las actividades presidenciales, no caben las improvisaciones. Eugenio Hernandez le “echó la mano a Calderón”. Es decir, entre ellos hay concordancia. Y en la política, eso es un valor, que se paga con reciprocidad. Ya al día siguiente, Calderón perdería un juicio en la Corte, respecto a las concesiones radiofónicas. Y el Senado le echaría abajo su proyecto de desaparecer tres secretarías. Sigue de malas el Presidente. Pero en Tamaulipas, le fue bien. Y al gobernador, mejor.