Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
27 de agosto, 2009
En los tiempos en que el PRI gobernaba este país desde Los Pinos, las decisiones se tomaban desde allá. Así llegaron al gobierno estatal de Tamaulipas, Enrique Cárdenas, Emilio Martínez Manautou, Américo Villarreal y hasta el mismísimo Manuel Cavazos. Y fue este ultimo quien operó para que su sucesor ya no fuera elegido en la ciudad de México. Y tuvo la suerte de que para ese entonces, el ultimo presidente priista, Ernesto Zedillo, estaba más preocupado por su relevo, que por lo que sucediera en Tamaulipas. Tomas Yarrington fue elegido candidato del PRI mediante el método de consulta a las bases. Todavía se recuerda aquel memorable debate en Matamoros, y televisado a todo el estado, en el que un envalentonado y hoy desaparecido, Antonio Sánchez Gochicoa, cuestionó duramente a quien más tarde sería el candidato. Esa noche, Oscar Luebert se mantuvo ecuánime y sereno. Perdió en el debate, pero se ganó una súper secretaría estatal y más tarde una candidatura. Viene todo esto a colación, porque el método que que se instauró con Yarrington, y que él mismo aplicó con Eugenio Hernández, será sin duda, usado una vez más. Probablemente por última vez. Y no me refiero al método de elección del candidato, sino a la forma de designación. Si como se van dando las cosas, se siguen dando, esta será la última vez que el gobernador en turno no tenga un jefe supremo en Los Pinos. Y si, como lo calculan y desean los priistas, regresan al poder, volverán también las antiguas practicas de tener un todo poderoso como el único y autentico jefe del partido. Es muy temprano para especular. Pero un eventual regreso del PRI a la presidencia de la Republica, lamentablemente traería también de regreso las costumbres nocivas que llegaron en muchos momentos a lastimar a la sociedad mexicana. Y ya lo estamos viendo en la designación de su coordinador parlamentario. Pura disciplina, sumisión, ni una voz en contra. Todos levantaron el dedo. El PRI se enorgullece de sus militantes que acatan sin chistar las decisiones cupulares. En cambio, a la sociedad eso la agrede. Y por eso los sacó de Los Pinos. Pero no aprenden. Parece que van por el mismo camino.