Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
26 de noviembre, 2011
•La intelectualidad de los Cuéllar
La Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) es, seguramente, una de las instituciones públicas, después del Gobierno del Estado, más importante de la entidad. Opera con fondos públicos que su singular estructura y forma de gobierno tiene que administrar, distribuir y eficientizar.
No todo mundo sabe, dicho sea referido al ámbito universitario nacional e internacional que los órganos de gobierno de la UAT son el resultado de un proceso democrático en el que participan por igual los estudiantes y maestros, es decir, existe un cogobierno, y que lo mismo se practica para elegir a los directores de las diferentes unidades académicas que para integrar la asamblea universitaria, máximo órgano de gobierno de la UAT que preside el rector quien, a su vez, es electo por voto directo de la comunidad universitaria.
Así, la permanencia de José María Leal, como rector, al igual que sus antecesores, se finca en un sólido apoyo de la voluntad de maestros y estudiantes.
La UAT disfruta de un una completa autonomía,que incluye la legislativa, que le da la facultad de determinar la forma que considere más conveniente para cumplir su cometido, adecuando su estatuto orgánico a las necesidades que el tiempo, la tecnología y los recursos económicos que la sustentan reclama.
En síntesis, la UAT goza de autonomía legislativa que no todas las instituciones similares de México tienen la suerte de disfrutar e, inclusive, de presumir.
Y en uso de las atribuciones que su autonomía le da, el pasado fin de semana se aprobaron modificaciones estatuarias que merecen cuando menos un par de comentarios más: Que junto con la reestructuración de los programas de licenciatura y postgrado, se conformó la Secretaría de Extensión y Vinculación y la dedicación de una Dirección de Difusión Cultural, por una parte.
Lo otro que debe llamar la atención, es que si bien la asamblea universitaria se reunió en el centro de excelencia de la UAT en la capital del Estado, los universitarios tuvieron la oportunidad de seguir los detalles de la agenda a través del sistema de videoconferencia, prodigio de la tecnología con la que cuenta la institución, con el que se estuvo en comunicación los diferentes recintos universitarios diseminados en la entidad.
La actividad de una Secretaría de Extensión y Vinculación sin duda podrá hacer realidad algunos de los anhelos que dieron vida a las luchas por lograr la autonomía, que, entre otro aspectos, aspiraban a brindar a la sociedad servicios para mejorar su calidad de vida en retribución de los impuestos que financian los claustros universitarios y que, todo lo indica, se les da el destino adecuado.
OTRA DE UNIVERSITARIOS
El 18 de noviembre estaba programada una conferencia de Alejandro Poiré en el Centro de Seguridad Internacional y Cooperación de la Universidad de Stanford en Palo Alto, California, en su carácter de director del Centro de Inteligencia Nacional de México, más conocido como CINSEN. Fue precisamente ese día cuando el presidente Felipe Calderón lo designó secretario de Gobernación en sustitución del recientemente fallecido Francisco Blake Mora. El flamantísimo nuevo secretario, dada la nominación de que fue objeto, tuvo que cancelar su presentación en la prestigiada universidad. Poiré tiene un destacado perfil académico dentro del cual figura un doctorado en la Universida de Harvard, si mal no recordamos.
Lo anterior viene a colación porque el codirector del aludido centro de estudios es Mariano Florentino Cuéllar, descendiente de una familia ampliamente conocida por su intelectualidad en la ciudad de Matamoros, y poseedor de un impresionante curriculum del que se debe de destacar el haber sido hasta hace algunos meses asesor del presidente Barack Obama en materia de seguridad. Florentino es hijo del Doctor Alfredo Cuéllar, a quien le cabe el honor de haber sido el primer mexicano que impartió cátedra en la Universidad de Harvard.
Estamos hablando de tamaulipecos excepcionales, cuyos méritos merecen un amplio reconocimiento.
De Alfredo, a quien he tenido la oportunidad de tratar como consejero del Instituto de los Mexicanos en el Exterior, me impresiona, no solamente su gran acervo cultural y académico, sino su extraordinaria disposición para servir en forma voluntaria a quienes requieren de sus servicios.