Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
23 de julio, 2025
El campo tamaulipeco está en crisis. La severa sequía y las altas temperaturas que marcaron el inicio de año ya pasaron factura al sector agrícola del norte del estado, donde los cultivos de maíz y sorgo registran un desplome en los niveles de producción.
Juan Manuel Salinas Sánchez, gerente de la Unión Agrícola Regional del Norte de Tamaulipas, advirtió que tanto en áreas de temporal como de riego, los rendimientos por hectárea están por debajo de lo esperado. La razón: la prolongada ausencia de lluvias y los intensos calores que alcanzaron hasta los 40 grados centígrados entre febrero y marzo. “Aún no se termina de levantar toda la cosecha, pero ya se nota la merma. Hay un avance del 60 por ciento en la trilla de maíz, y aunque algunos productores sembraron tras las lluvias, los rendimientos están muy lejos de lo que se proyectaba”, explicó.
En el caso del sorgo, añadió, la cosecha prácticamente se ha completado, pero también con resultados decepcionantes. “El problema fue el mismo: la planta no tuvo el desarrollo vegetativo necesario por falta de humedad en la tierra, lo cual impactó directamente en el volumen final”.
Salinas Sánchez explicó que, incluso con buena nutrición del suelo, sin agua y sin condiciones climáticas favorables, no hay cultivo que resista. “En la agricultura hay una regla: en la medida en que inviertes, cosechas. Pero sin humedad, sin lluvias, sin clima favorable, la tierra simplemente no responde”.
El líder agrícola reconoció que la caída en la producción de granos este 2025 podría superar el 40 por ciento con respecto al ciclo anterior, agravando la ya frágil rentabilidad del sector primario en Tamaulipas.
“El panorama no es alentador. La sequía se ha vuelto una constante en los últimos años, y a eso se suman temperaturas cada vez más extremas. Es una combinación devastadora para el campo”, advirtió.
Tamaulipas, considerado uno de los principales estados productores de granos del país, enfrenta así una de las peores temporadas en décadas, sin una política agrícola nacional que atienda de fondo esta emergencia climática que ya no es coyuntural, sino estructural.