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Guerra sucia

Carlos López Arriaga

28 de junio, 2009

* Sofismas y verdades a medias. * México en manos del crimen. Acaso menor en intensidad en relación a los procesos anteriores, la guerra sucia está sin embargo presente en el actual cotejo electoral que hoy se vive en Tamaulipas. Ante la estrecha vigilancia que prevalece en radio y televisión, Internet parece ser el nicho ideal de quienes le apuestan al infundio, el ataque personal, la confusión y la mentira flagrante, esperanzados en que ello se refleje en el recuento de votos. Habrá que hacer distingos, no obstante, entre la perversidad de las campañas orquestadas desde una perspectiva propagandística profesional y la agresividad llanera, nacida de la ocurrencia visceral. Apenas la semana pasada circuló un mamotreto electrónico donde se pretendía involucrar a un líder partidista en la descalificación de un candidato abanderado por su propio partido. Para colmo, el autor del libelo se tomó la molestia de dar de alta una cuenta de correo electrónico que añade el apellido del dirigente, como si eso aportase alguna credibilidad a un mensaje a todas luces “orejano”. Aún aceptando la medianía de muchos candidatos (no de todos, conste) sigo pensando que la campaña del voto nulo es un esfuerzo inútil, que despide un tufo golpista inocultable. Salvo honrosas excepciones, quienes hoy vociferan a favor del voto blanco son los mismos que (sin hacer distingos de personas) descalifican de golpe todo lo que tenga que ver con política. Circulan correos electrónicos que demandan desaparecer la mitad de las curules en la cámara baja, eliminar el financiamiento público a los partidos (¿Se imagina usted para quien gobernaría un candidato ganador si fuera subsidiado básicamente por inversionistas privados?) y mafufadas por el estilo. NADA ES INGENUO DECÍA hace poco CARLOS MARIN que hoy en día todavía hay quienes creen que por el sólo hecho de aparecer en Internet (entiéndase correos electrónicos, blogs o redes sociales) cualquier mensaje representa la expresión fidedigna del clamor ciudadano. Desde luego que no es así. Nada tienen de ingenuos esos mensajes que buscan inducir actitudes y conductas colectivas con fines por demás aviesos. Que una idea se manifieste de manera categórica no significa que sea veraz. Particularmente, los grupos de ultraderecha (curtidos, por definición, en el maniqueísmo reduccionista) suelen elaborar contenidos de fácil digestión (predigeridos, pues) que entremezclan hábilmente verdades a medias con mentiras flagrantes. Reza el viejo dicho que el mejor lugar para esconder una mentira es en medio de dos verdades. Así funciona la manipulación golpista, mediante un conjunto de tretas conocidas como sofismas. Un sofisma es una aseveración tajante y concluyente elaborada con la apariencia de verdad, pero mañosamente falsa. Es definido como un falso razonamiento que conduce al error. El sofisma es verosímil pero no verdadero, ya que parte de premisas falsas presentadas, desde el inicio, como si fueran argumentos sólidos y a partir de los cuales se desarrolla una argumentación aparentemente lógica y sustentada, abundante en datos, presuntamente documentada pero engañosa. La elección presidencial de 2006 fue rica en sofismas propagandísticos que pretendían dividir el mundo entre malos y buenos, recurriendo a la descalificación terminante, sin ofrecer al elector (lector, televidente, cibernauta o radioescucha) la posibilidad de razonar por su cuenta. Había que tragarse el sapo completo, sin masticarlo siquiera. La más reciente reforma electoral enfocó sus baterías en el combate a dichos artilugios. Si lo logró (o en que medida) está por verse, cuando se haga el recuento global del proceso eleccionario actual. LEER ENTRE LÍNEAS SIN EMBARGO, aún con todos sus contrapesos, la propaganda moderna se orienta por esos cauces. No olvidemos que la persuasión mediática tiene en su favor una batería considerable de técnicas y disciplinas orientadas a conocer los resortes anímicos de la población, utilizando a menudo mensajes “entre líneas”. Un ejemplo de ello es el principal eslogan panista, ese que dice “No dejes a México en manos del crimen”. De entrada suena bien, ¿Qué padre de familia podría desaprobar esa intención de librar a nuestro país de los grupos delictivos? Pero la frase esconde otro mensaje no necesariamente generoso o benévolo, cuando quien lo esgrime es el partido en el poder. Observe usted las dimensiones de dicho razonamiento, llevado hasta sus últimas consecuencias. Si votar por el PAN equivale a evitar que México caiga “en las manos del crimen”, esto significa: (1) que la organización albiazul se declara completamente ajena a las organizaciones delictivas y (2) que quienes representan a estas últimas son, precisamente, los partidos opositores. El mal está en otra parte, no en el gobierno, ni en su partido, ni en sus policías ni en su aparato de seguridad. No dejar a México en manos del crimen equivale a otorgar un voto de confianza ciego a las autoridades vigentes y desconfiar de cualquier proyecto alternativo de nación. ¿Podrían avalar este dicho las corporaciones federales que flagrantemente han demostrado estar infiltradas por la delincuencia organizada?, ¿Podría enarbolar dicho eslogan el candidato del PAN a la alcaldía de San Pedro Garza García, Nuevo León, MAURICIO FERNANDEZ GARZA quien presume de haber negociado con el cartel de los BELTRAN LEYVA su plan de seguridad en dicho municipio? Son preguntas, desde luego, incómodas. BUZON: vivatamaulipas@prodigy.net.mx WEB: http://vivatamaulipas.blogspot.com
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