Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
26 de mayo, 2011
La diputada riobravense Norma Treviño, está en un gran problema. Producto de su ingenuidad política y de los consejos erráticos y errados de su consorte Pánfilo Tamez confrontó, sin venir al caso, con la totalidad de los grupos de poder locales. El origen del conflicto, fue un escrito-denuncia que la legisladora y su esposo llevaron al Congreso del Estado. El documento reseña con una minuciosidad y atrevimiento de miedo, nombres de políticos y de periodistas que instrumentan (Más bien: instrumentamos, porque un servidor también está mencionado en la citada queja) una campaña negra en contra de la congresista.
Nadie se explica el porqué, de la conducta de Norma y Pánfilo. Representantes de los diferentes afluentes políticos de la ciudad, como Mussy Melhem Kuri, Francisco Pulido Serna, Roberto García Martínez, Fernando Martínez Castro y Homero Treviño actuaron como entusiastas promotores de la candidatura a la diputación local que finalmente obtuvieron.
Tamez es un buen hombre y un buen profesionista. Pero también, -ha dejado constancia- es un mal político. Esa actitud irresponsable, está achicando los anhelos de la legisladora de ser alcaldesa (Siendo objetivos, creo que ya los dinamitó). No es una buena estrategia, reñir con los correligionarios en política. Y menos, cuando existen escozores que señalan a Norma Treviño de ser parte destacada de la conjura que posibilitó la derrota del candidato del PRI a la alcaldía, Roberto García Martínez.
Es decir: si alguien está bajo sospecha de manejar como divisa la celada, es la legisladora.
Hoy Norma y Pánfilo son dos seres solitarios. Aislados. (En el sentido político). La clase política riobravense está desencantada por el actuar de los consortes. Si antes de este deplorable evento, había cierto recelo en la pareja por sus flirteos con el PAN, ahora es una certeza suponer que cumplen con inconfesables deseos para fracturar al PRI y a sus aliados.
El paso de Norma por el Congreso, ha sido gris. O más bien: anodino. El salto descomunalmente traumático de ama de casa a parlamentaria, no fue cualquier cosa. A la hora de enfrentar los micrófonos y cámaras de la prensa, es un manojo de nervios: titubea, no hila ideas, desconoce la mecánica parlamentaria y se le ha visto al borde del llanto. Su estancia en el Congreso, lejos de apuntalar su presencia en la ciudad que pretende gobernar, le ha retribuido repudio y le ha erosionado el escaso respeto que sus compañeros de partido le profesaban. Es muy probable, que esa sensación de pérdida de consensos sea la fuente de la desesperada actitud, de la pareja parlamentaria.
El daño ya está hecho.
Ante el descomunal tropezón será complicado restablecer los vínculos de institucionalidad de los priistas riobravenses que se han sentido doblemente agraviados: primero ofendidos por la denuncia de Norma y Pánfilo; y segundo: la intolerable ofensa, de escuchar al traidor… acusando de traición.
Lo de la Prensa y los periodistas es un asunto menor. Muy menor. Finalmente, parafraseando al capo español:
“Si va a llover mierda…
…ve preparando tu paraguas.”