Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
10 de julio, 2009
* La literatura de supermercado puso a merced de los medios una terminología que acaso no tenga sustento científico, pero que sin embargo apunta hacia una debilidad de la época cuyo más preclaro representante fue el recién fallecido “Rey del Pop”. EN 1983, el psicólogo norteamericano DAN KILEY trepó al “top-ten” de las ventas editoriales con un librito de autoayuda que pretendía explicar cierto desorden de personalidad observado en individuos que llegan a la edad adulta sin haber desarrollado las características propias de un hombre maduro, como la responsabilidad de sus actos, el equilibrio emocional y el sentido de realización plena. Con el gesto típico de todos los best-sellers, el autor eligió un personaje popular para dar soporte a su diagnóstico, al titular la obra como “The Peter Pan syndrome: men who have never grown up” ("El síndrome de PETER PAN, los hombres que nunca crecieron"). Y aunque las autoridades académicas del ramo se deslindaron rápidamente de dicho libro y reportaron que carecía de fundamento serio, los medios de comunicación hicieron suyo el concepto para aplicarlo sin distingos a individuos, grupos sociales y civilizaciones enteras. De tiempo en tiempo se ponen de moda teorías de fácil consumo que pretenden explicar el comportamiento humano bajo esquemas simples que prometen resultados instantáneos y son acogidas rápidamente dentro del universo mediático. El fenómeno es propio de la literatura comercial, particularmente en ese ramo al que los estudiosos han catalogado en forma despectiva como “psicología de supermercado”, pues suele alcanzar grandes volúmenes de ventas con especímenes de veracidad dudosa como la inteligencia emocional o la programación neurolingüística. La industria global del entretenimiento es, por naturaleza, proclive a incorporar en su repertorio y lenguaje cualquier asunto del más diverso origen que impacte a grandes masas, actuando siempre en forma imitativa y sin el menor ejercicio del sentido crítico, bajo el impulso primario de la notoriedad, la urgencia de impacto publicitario, la hambruna insaciable de mercado y, finalmente, el poderoso motor del dinero. REPUNTE INESPERADO SI BIEN es cierto que la publicación referida ya rebasó el cuarto de siglo, todo indica que su presencia en los anaqueles cobrará un “segundo aire” tras el fallecimiento de una celebridad etiquetada públicamente como el estereotipo de dicho padecimiento, el cantante MICHAEL JACKSON cuyos funerales tendrían lugar el martes 7 de julio, tras su repentina muerte ocurrida en Los Ángeles el 25 de junio. A lo largo de su vida el propio JACKSON contribuyó de muchas maneras a ser identificado con dicho estigma. De su personalidad inestable dieron cuenta los permanentes escándalos que lo acompañaron en sus últimos años, amen de una imagen juvenil que pretendió conservar (a un costo altísimo), pese a que rebasaba el medio siglo de vida, edad a la que muchos hombres ya son abuelos, están pensando en la jubilación o planificando su retiro. También contribuyó el hecho de que MICHAEL bautizara su rancho de California como “Neverland”, la utópica “Tierra de nunca jamás” donde vivió PETER PAN junto a sus niños perdidos, según la historia imaginada por el novelista y dramaturgo escocés JAMES BARRIE, cuyo estreno se remonta a 1904. Desde luego, los estudios sobre la personalidad inmadura (“el eterno niño”) son anteriores a los recetarios fáciles de DAN KILEY y al propio JACKSON. Muchos años atrás, el médico austriaco y padre del psicoanálisis SIGMUND FREUD estudió el fenómeno de la fijación como una forma inmadura de experimentar la sexualidad, asociada a un estancamiento en la evolución de la personalidad. La mitología de todos los tiempos abunda en ejemplos del “eterno niño” (en latín: “puer aeternus”, mencionado originalmente por el poeta romano OVIDIO) que no quiere crecer y se aferra a un perfil adolescente, sin importarle el paso del tiempo. Un colega de FREUD, el psicoanalista suizo CARL GUSTAV JUNG abordó también el asunto en uno de sus trabajos ("The Psychology of the Child Archetype"). Como todos los arquetipos, dice la psicología jungiana, el “puer aeternus” es necesariamente bipolar, pues observa de manera simultánea un aspecto positivo y otro negativo. En su lado positivo se manifiesta como el “niño divino” que simboliza novedad, potencial de crecimiento y esperanza futura, anticipando el mito del héroe, en el que ocasionalmente pudiera convertirse. Su aspecto negativo es el del niño-hombre que se resiste a madurar pues no quiere asumir los desafíos de la vida adulta, prefiriendo esperar que una ayuda providencial venga siempre a resolver sus problemas. Montado sobre la ola de popularidad postrera que desencadenó la muerte de JACKSON, el comentarista televisivo LARRY KING mostraba, en su edición del 6 de julio pasado, un video grabado por un camarógrafo de CNN donde el presunto fantasma del “Rey del pop” aparecería recorriendo los solitarios pasillos de su mansión en “Neverland”. Con la tecnología digital disponible, la posibilidad de un simple montaje realizado en calidad de ardid publicitario, resulta ser la explicación más probable. El negocio no se interrumpe con la desaparición del ídolo. Están en proceso discos, libros, videos y toda suerte de leyendas urbanas capaces de alcanzar el consabido impacto en ventas. Aún muerto, el artista sigue dando dividendos. Tenga o no sustento científico, el síndrome de PETER PAN parece ser la enfermedad de la época (o, al menos, uno de sus síntomas). Debilidad colectiva que explica el éxito de MICHAEL JACKSON y figuras afines. Acaso sea la nostalgia por la infancia perdida nuestra propia tierra de Nunca Jamás. En el fondo, todos tenemos algo de PETER PAN. BUZON: vivatamaulipas@prodigy.net.mx WEB: http://vivatamaulipas.blogspot.com