Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
25 de junio, 2009
En las elecciones federales de 1997 se dio un hecho políticamente histórico en México; el PRI perdió por primera vez la mayoría en el Congreso. Ello se interpretó como un gran avance democrático, como una victoria del poder ciudadano. Nadie se imaginaba en ese momento lo que vendrá después. Al perder el PRI el control de la cámara de diputados, los demás partidos reclamaron su pedazo de pastel y nació lo que después los politólogos llamaron Partidocracia, algo que se explica sencillamente como el entendimiento entre los partidos para defender sus propios intereses, aunque vayan en contra de los intereses de los ciudadanos. El monopolio político ejercido por el PRI durante 70 años terminó, para dar paso a algo similar a una pandilla, cuyos miembros pelean entre si, pero que hacen frente común cuando alguien se atreve a pisar sus terrenos. Hoy, entre 7 u 8 partidos, pero principalmente tres, hacen lo que hizo solo el PRI durante décadas. Entorpecen iniciativas si así lo consideran necesario. Usan sus posiciones como arma para lograr ventajas políticas. Se distribuyen un archimillonario presupuesto, que ellos mismos se autorizan. Se reparten descaradamente candidaturas entre familiares, amigos y recomendados. Así, a grandes rasgos, actúan los partidos en este país. De verdad que estamos mal, y lo peor de todo es que poco podemos hacer los ciudadanos. La próxima legislatura que inicia labores en septiembre seguirá el mismo comportamiento, y aunque ya se habla de una nueva reforma a la ley electoral, de antemano se sobreentiende que no pasará nada con el voto en blanco. Que seguirá habiendo 200 inútiles diputados plurinominales. Que nadie podrá postularse si no es a través de un partido. La partidocracia tiene las manos libres. Sus poderosos dirigentes decidirán y aprobaran solamente lo que a ellos les convenga. Y nunca atentarán contra sus propios intereses. Poco les interesará que el 5 de julio solamente acuda a las urnas electorales el 30 por ciento del padrón electoral. Inimaginable será que ello les preocupe. Una encuesta sobre confianza en instituciones, arroja un dato revelador: Los partidos políticos son las instituciones con menor credibilidad en México, incluso por debajo de los sindicatos y las policías. Así estamos.