16 de octubre, 2014
Quienes están al tanto de la ríspida relación entre el diputado Salvador Rosas Quintanilla con el PAN y con el alcalde Carlos Canturosas, desde hace varios meses vienen haciendo pronósticos sobre si el legislador renuncia al partido.
Al interior del PAN, hay quienes ven mal la relación de Chava Rosas con connotados priistas como el ex alcalde José Manuel Suárez o el Presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso, Ramiro Ramos. No entienden ninguna explicación de por qué mantiene esas amistades, que datan de hace muchísimos años, cuando el hoy legislador era apartidista. Y será por eso, entre otras muchas razones, que le hacen el vacío.
Le cuestionan sus amistades y lo tienen aislado, desde el arranque de la legislatura, cuando ni siquiera le permitieron contemplar la posibilidad de que fuera el coordinador de los diputados del PAN. Chava se molesto tanto que desde entonces pinto su raya y comento que su avión estaba a disposición de Laura Zarate, de Jorge Valdez y de Ramiro Ramos, pero no para Enrique Rivas Cuéllar, de quien no acepta indicaciones, porque no le reconoce liderazgo.
A nivel municipal, al diputado lo aislaron. No se atienden la mayoría de sus gestiones para apoyar a los ciudadanos que le solicitan algún tipo de gestión, desde atención médica, apoyo de materiales, becas, entre otras cosas y él ha optado por sufragarlas de su propio bolsillo.
Que hoy Chava Rosas anticipe la posibilidad de declararse como diputado independiente -- en respuesta a que el PAN no sancionó al diputado Juan Cruz Patiño, después de que éste le lanzó un golpe a la cara-- no es más que la crónica de una renuncia esperada.
Pero el caso de Salvador Rosas no es único, hay otro legislador que prácticamente ya tiene un pie en el PRI, condicionado a que se dé a conocer al candidato a diputado federal por Nuevo Laredo.
Al PAN se le ha hecho bolas el engrudo, por la falta de liderazgo tanto en el partido como entre la bancada panista en el Congreso y todo eso puede tener un costo político enorme, en la próxima elección. En vez de privilegiar la unidad, los tres principales aspirantes a la gubernatura riñen entre sí, saboreándose el pastel que creen se van a comer, pero aún no lo tienen en sus manos. Disfrutan lo que hoy solo existe en el imaginario.
Y con todo que los panistas consideran que la elección del 2016 será un pic nic, los números fríos dicen lo contrario.
Si en la elección del 2012 el PAN obtuvo 597 mil votos contra 398 mil del PRI, al año siguiente el PAN bajo a 448 mil y el PRI subió a 596. ¿Dónde está el poderío del PAN? Lo está en el ánimo de los militantes, como lo están entre los militantes de todos los partidos, pero no lo está en los números fríos. No quiere decir esto, que el PAN tenga asegurada una derrota en las próximas elecciones, pero tampoco tienen posibilidades amplias de ganar. Las posibilidades las tendrán que construir con buenos candidatos y buenas campañas, de la misma manera que lo hará el resto de los partidos.