4 de septiembre, 2014
Ciertamente la economía sigue siendo el talón de Aquiles del Presidente Enrique Peña Nieto.
El país crece a una tasa de crecimiento del dos por ciento, cuando lo ideal sería un 7 por ciento, como lo prometió en el 2000 Vicente Fox, pero apenas se llegó a la mitad, en todo el sexenio.
Cuando la economía nacional está mal, la economía doméstica esta peor. En el caso de los fronterizos, la vida se nos encareció entre un 10 y un 15 por ciento, como resultado del incremento de la tasa del IVA, del 11 al 16, porcentaje de cinco puntos, que pocos comerciantes respetaron. La mayoría subió sus precios entre un 10 y un 15 por ciento, y en algunos casos hasta el 20. Por eso a muchos no nos queda otra opción que surtir la despensa en Laredo, Texas, donde artículos como carnes, verduras, frutas, embutidos, lácteos, latas, refrescos, agua embotellada, todo es más barato en el lado americano. Surtir la despensa en el lado estadounidense no es cuestión de patriotismo, es cuestión de economía.
Es increíble que hasta los pastelillos mexicanos cuesten en Laredo, Texas, la mitad de lo que valen en México. Y lo mismo ocurre con los refrescos y las botanas. Los primeros resultan un 60 o 70 por ciento más baratos, y hablamos de marcas líder, no de marcas desconocidas.
En días pasados, el padre Rogelio Lozano, vocero de la Diócesis, dio una entrevista en la que reveló que la economía fronteriza esta tan mal, que las limosnas disminuyeron entre un 30 y un 40 por ciento. Los feligreses, sencillamente, no tienen dinero para dárselo a la iglesia.
El desempleo sigue estando muy alto, con una tasa que ronda el 5 por ciento. Y eso que en ese porcentaje, se incluye a todos los que engloba la mal llamada economía informal, y es mal llamada, porque los ambulantes, los veladores, los franeleros, todos, de alguna manera pagan impuestos tanto al Municipio como a la Federación.
Aquí en Nuevo Laredo, entre 60 a 80 mil trabajadores informales y están ahí, ante la escasez de trabajos fijos bien remunerados, porque por su edad no los contratan y por muchas otras razones.
Un hombre, o una mujer, de 50 años, que carece de una profesión, difícilmente consegirá un trabajo formal. Por eso no les queda otra opción que irse a atender un puesto en la pulga, o irse a cuidar coches en los estacionamientos de las tiendas departamentales o se van de vigilantes. La necesidad los obliga, nadie está ahí por gusto.
Se necesita reactivar la economía fronteriza, atraer nuevas maquiladoras, nuevas industrias nacionales, tiendas departamentales, restaurantes de franquicia, centros recreativos, reactivar el deporte profesional, generar espectáculos para todos los gustos, reactivar el turismo texano.
Es increíble que cada semana por esta frontera llegan 20, 25 mil vehículos del interior del país, con destino a Laredo, San Antonio, Houston, Dallas, y esos viajeros no realizan ningún tipo de compra en Nuevo Laredo, pues no asisten a los restaurantes, no se hospedan en los hoteles, no cargan gasolina, ni siquiera se detienen a comprar refrescos o golosinas. Es hora de aprovechar ese potencial y convencerlos de que compren en Nuevo Laredo.