3 de septiembre, 2014
Añejo problema de Nuevo Laredo, es el deficiente sistema de drenaje pluvial de la ciudad. Por eso no le creímos al gerente de Comapa, Delfino González Muñoz, cuando la semana pasada, a través de un comunicado de prensa, se dio a conocer que se realizaban labores de limpieza en alcantarillas, para prevenir inundaciones.
Basto con que lloviera un poco fuerte este miércoles, poco antes del mediodía, para que se formaran encharcamientos en calles y avenidas del primer cuadro de la ciudad. ¿En dónde quedó el desazolve de que habló la Comapa?
Las inundaciones de calles las hemos visto toda la vida.
A mediados de la década de los ochentas, del siglo pasado, el periodista Ricardo Rocha vino a Nuevo Laredo. Eran sus tiempos de gloria, cuando su programa para Gente Grande acaparaba un alto porcentaje del auditorio televisivo en el país.
Se movía en un vehículo, junto con sus asistentes y su chofer. Una tromba azotó a Nuevo Laredo y en pocos minutos el agua tapo algunas calles. Al vehículo de Rocha le tocó transitar por una calle inundada y para colmo le toco luz roja, por lo que tuvo que detenerse y mientras esperaba el cambio de luz, le surgió una idea, le dijo a su camarógrafo que sacara su cámara porque iban a grabar en pleno aguacero. Rocha bajo del vehículo, tomó el micrófono y cuando el camarógrafo empezó a grabar, sus primeras palabras fueron: “Esta es la frontera, esto es México”.
Y es que en esa época, las ciudades fronterizas, eran vistas como ciudades mágicas, por donde entraban mercancías extranjeras vedadas para los residentes del interior y se creía que en la frontera todos vivían como príncipes, cuando en realidad ayer, como hoy, hay mucha pobreza, incluyendo Reynosa que se ha convertido en polo de desarrollo en Tamaulipas, con el mayor crecimiento poblacional, industrial y comercial.
Frente al deficiente drenaje pluvial, la gran ventaja que tiene Nuevo Laredo es que esporádicamente llueve en el curso del año. Los días que llueve fuerte, se cuentan con los dedos de las dos manos y a veces con la de una sola. Eso sí, aunque sea por espacio de algunas horas, ¡como incomodan estas inundaciones!
Estas inundaciones de calles ya han provocado algunas muertes, de conductores que no midieron el peligro y se aventuraron a entrar al paso a desnivel Anáhuac, con consecuencias fatales. Hace algunos años también se dio el caso de un jovencito que al cruzar caminando un charco, no vio que estaban tirados los cables de la luz y se electrocuto.
Pero aunque nos llueve poco, eso no significa que se deba desatender el tema del drenaje pluvial. No porque sea una obra millonaria, que además está enterrada, debe menospreciarse. Al contrario, hay que buscar alternativas que permitan terminar con los encharcamientos, lo que ayudaría a preservar las vidas de los neolaredenses, que se han dado muy esporádicamente, pero lo ideal sería que no se hubiese presentado una sola.
Si la Comapa no genera recursos propios para resolver el problema del drenaje pluvial, hay que recurrir al apoyo del gobierno estatal, el federal, a la banca comercial o incluso a la internacional.