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Raúl HERNANDEZ

19 de octubre, 2012

Vivimos en un país surrealista, en el que lo absurdo pasa por ser lo más natural y en el que lo natural se convierte en absurdo.

Y como somos un país surrealista, todo es posible en la política. Nada  debe extrañarnos. Por eso no sorprende que  a pesar de que  haya perdido la elección reciente, el dirigente del PRI, Enrique Reséndez, pretenda ahora ser  candidato a la alcaldía y uno se pregunta, ¿si no sacó adelante una candidatura ajena, lo haría con la propia?

O pasa, de pronto, que pretenden ser  candidatos a la alcaldía, personajes como Alfredo Espinoza, a pesar de no tener antecedentes como militante del PRI y  quien  pretende llegar con la mera bendición del Tesorero Estatal, Alfredo Fernández González. Como si ser candidato fuese igual que  preparar un café.

En los tiempos d Tomás Yarrington, el fallecido doctor Santos Jiménez le gustaba alardear de su amistad y a todo mundo le decía que él sería el próximo alcalde de Nuevo Laredo, cuando nunca tuvo chance ni  de regidor.

Resulta  absurdo, también,  que el catedrático Ramiro Garza Mata busque ser  dirigente del PRI, sin otro mérito que ser amigo del Presidente de la Fundación Colosio, Homar Zamorano, como si el PRI tuviese tiempo de improvisar y preparar un nuevo dirigente.

Ciertamente, en el PRI prevalece la institucionalidad y la disciplina entre los sectores y organizaciones y la mayoría de sus dirigentes se guardarían en su conciencia lo que les gustaría decir en público, pero  de eso a permitir que se designe a un improvisado, al cuarto para las doce, cuando el tiempo está encima, se supone que debe haber mucha diferencia.

El mito aquel de que la estructura del PRI hace ganar a cualquier candidato se derrumbó hace muchos años. De repente a algunos se les olvida, pero las elecciones se los recuerdan, como paso el 1 de julio último.

Recién nos ganó la risa al escuchar a un hombre sosteniendo que si no se designaba como candidato a la alcaldía por el PRI a determinado  profesionista, la gente se enardecería y lo lanzaría como candidato independiente y arrasarían en las urnas.  Eso de las masas unidas, solo se ve en las películas, pues el día que en Nuevo Laredo salieran a protestar a la calle 200 mil personas,  tendrían la fuerza para cambiar absolutamente todo. ¿Se imagina a 200 mil personas protestando por el mal servicio de radio, los cobros excesivos en la energía o el mal estado de las calles?  Habría soluciones inmediatas.

Pero sucede que todo mundo se queja tras una taza de café, pero no ante las instancias formales y por eso no hay soluciones.

Hay que esperar los cambios  en el PRI y luego la designación de candidatos. Se supone que se debe privilegiar la capacidad y la experiencia, aunque, insistimos, vivimos en un país surrealista donde todo es posible, lo cual nos recuerda que hace algunos años Víctor Martell le dijo a un personaje que lo haría candidato a diputado federal y éste le respondió, que no podía porque apenas había terminado la secundaria, a lo que el perredista le respondió: “Tantéate, te estoy invitando para diputado, no para maestro de primaria”.

 

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