16 de agosto, 2012
Finalmente se develó el misterio y este sábado, Ramiro Ramos Salinas tomará posesión como nuevo presidente del Comité Directivo Estatal del PRI, con el reto de recuperar Tamaulipas.
Su elección y toma de posesión, se hará en el marco del Consejo Político Estatal ampliado, el Polyforum de Ciudad Victoria.
El suyo es un reto difícil, porque no solo se perdió la reciente elección, sino que además se perdió de calle. Tras la derrota, los priistas andan alborotados y en muchos municipios, quienes aspiran a una alcaldía o a una diputación abiertamente se promueven. Que se promuevan es de lo más natural, además de un derecho legítimo, el riesgo es que esta promoción termine por dividir aún más al PRI.
En el PRI se necesita orden, pero ese orden no lo podía pedir ni Lucino Cervantes ni los dirigentes municipales. ¿Con qué cara podrían hacerlo, si se perdió la elección y de una fea manera? Por esa razón al PRI le urge renovar sus cuadros y es qué, aceptémoslo, a nadie le gusta estar con los perdedores, y ni siquiera con los segundos lugares. Todo mundo se acuerda del nombre del primer hombre que piso la luna, pero empiezan a trastabillar, cuando se les pide que digan el nombre del segundo.
Lucino Cervantes no cabía en la dirigencia del PRI, desde la misma noche del 1 de julio, de la misma manera que no caben los dirigentes de los comités municipales e incluso ni en los lugares donde se ganó la elección.
En medio de todo, los priistas de Nuevo Laredo andan super contentos porque será la primera vez en que un neolaredense quede al frente del PRI estatal. Hasta ahora lo más cercano que se había estado, era la secretaria general, con Arnulfo Tejada Lara, cuando el presidente era Homero Díaz Rodríguez.
Junto con Ramiro Ramos tomará protesta Graciela de Alejandro Acevedo, quien en el pasado fue secretaria general de la CNOP y del OMPRI en Tamaulipas.
Y después del sábado vendrán los cambios en los comités municipales, con la mira puesta en la elección del 7 de julio.
Aquí en Nuevo Laredo suenan por lo menos media decena de nombres para hacerse cargo de la dirigencia municipal, algunos respaldados por poderosas fuerzas políticas, que es precisamente lo que los descalifica.
El PRI de Nuevo Laredo requiere de un dirigente que no aspire a un cargo de elección y que tampoco trabaje para ninguno de los más de 10 prospectos a la alcaldía, pues automáticamente se ganaría ella desconfianza, y hasta el desprecio, de los sectores y organizaciones que se manejan con institucionalidad.
Junto con el requisito de imparcialidad, es obligado que quien llegue tenga experiencia política, pues el tiempo de aquí a la elección es corto para andar preparando a un neófito y es mucho menos, para preparar a alguien que nunca haya votado en una elección y de pronto se da cuenta que quiere a la prole.
El priismo de Nuevo Laredo experimentó en la reciente elección y lo pago con una derrota aplastante, pues perdió 35 mil votos con respecto a la elección del 2010.