24 de julio, 2012
A mucha gente no le gusta la forma en que Andrés Manuel López Obrador reaccionó ante su derrota y creen que sus reclamos son exagerados.
Lo mejor que puede hacer, dicen sus críticos, es aceptar su derrota, “haiga sido como haiga sido”.
En el 2006, cuando un servidor voto por López Obrador lo hizo pensando que era el único que podía detener al PAN. Pero una vez que se oficializó la victoria del PAN, se nos hizo muy vulgar y corriente que López Obrador se pusiera a llorar como niña y a gritar que se había realizado una elección de Estado.
En el 2006, López Obrador tenía razón al decir que fue una elección de Estado, pero todos, incluidos los que votamos por él, lo sabíamos y con esa convicción le dimos el voto. Y si perdió –-perdimos-- fue consciente de lo que enfrentaba.
Pero en el 2012 la derrota de López Obrador fue contundente. De 114 millones de mexicanos, menos de 16 millones le dieron su voto. Es cierto que el proceso fue desaseado, pero perdió.
La defensa de López Obrador sigue siendo política y no jurídica, terreno este último donde se tomará la decisión final, que seguramente será avalando la victoria de Enrique Peña Nieto.
Es posible que lo que López Obrador busque no es que se anule la elección, sino que Peña Nieto no llegue fuerte a la presidencia de la república y que busque la forma de legitimarse, lo que abre la posibilidad de que tenga que negociar con las fuerzas opositoras al PRI. Es ahí donde también entra el PRD, busca una rebanada del pastel, lo cual en cierta forma es natural, pues la política es negociación.
Sin embargo, una vez que el TRIFE valide la elección, el PRD, y la izquierda en general, tienen que jubilar a López Obrador y obligarlo a asumir un papel más pasivo, pues en vez de ayudarlos ya les está haciendo daño.
El PRD necesita ampliar sus cuadros y López Obrador debe hacerse a un lado para que las decisiones se tomen de manera colegiada. Ni el PRD ni México necesitan un Mesías y menos uno chicharronero.
Mientras tanto, a nuestro amigo Jorge Valdez se le complican las cosas dentro del PRD y por lo pronto los dirigentes de los comités de Victoria y Jiménez se quejan de que no se les envían las partidas mensuales que les corresponden por las prerrogativas que entrega el Gobierno del Estado y que son algo así como 303 mil pesos, a distribuirse en toda la entidad.
Esta guerra de declaraciones en su contra se da en la víspera del cambio de dirigencia estatal. Su periodo ya se cumplió y las tribus esperan que se autorice la convocatoria para el cambio, lo que debe ocurrir de un momento a otro.
En la reciente elección, al PRD le fue muy bien en votos y recuperó el tercer lugar en Tamaulipas, posición que en el 2009 le arrebató el Partido Verde.
Jorge Valdez puede retirarse satisfecho de ese tercer lugar, aunque a muchos perredistas, un tercer lugar no les llena el ojo.