13 de octubre, 2016
En el pasado reciente, cada vez que llegaba al gobierno federal un nuevo presidente, se estilaba procesar y encarcelar a uno o varios funcionarios de la anterior administración. De esta forma se marcaba un deslinde, para que no se dijera que el que llegaba era un títere del que se iba, pero además se vendía la idea de que no se toleraría el más mínimo acto de corrupción.
Miguel de la Madrid metió a la cárcel a Jorge Díaz Serrano y a Alfonso “El Negro” Durazo, ambos amigos personales de José López Portillo.
Carlos Salinas acabó con el cacicazgo de Carlos Jongitud en el magisterio y lo sustituyó por el de Elba Esther Gordillo. También acabo con el cacicazgo de Joaquín Hernández Galicia, a quien de paso mandó a la cárcel.
Ernesto Zedillo, tan blandito que se veía y envió a la cárcel nada menos que a Raúl Salinas de Gortari, para que quedara bien claro quien ejercía el poder.
Vicente Fox y Felipe Calderón se dedicaron a enriquecerse y dejaron a un lado venganzas de papel.
Hoy ciertamente el caso de Javier Duarte se procesa para al cuarto para las doce, cuando está muy avanzado el sexenio de Enrique Peña Nieto, pero es muy grande la posibilidad de que el PRI pierda la presidencia y que además gane Morena y de ahí que se necesita esta clase de golpes espectaculares que sirve para distraer.
Ante el riesgo de perder la presidencia hay necesidad de hacer lo que se tenga que hacer para que el PRI se fortalezca para el 2018.
El problema es que la corrupción envuelve al Presidente Peña Nieto y no es creíble que de pronto quiera combatir la corrupción. Ahí está el caso de la Casa Blanca, con un costo de 86 millones de pesos, que presuntamente un empresario tamaulipeco le regalo al mandatario y luego la Primera Dama quiso convencer a la sociedad de que la había comprado con sus ahorros como actriz, como si fuese una Julia Roberts que ganase millones de dólares por una película.
El gobierno federal no ha hecho nada para procesar a César Duarte que recibió Chihuahua con una deuda de 12 mil 547 millones y lo dejó con 41 mil 309.
Nada hizo, tampoco, con Humberto Moreira que recibió Coahuila con una deuda de 6 mil millones de pesos y lo dejó con 37 mil.
Que los Estados y los Municipios contraten deuda pública no tiene nada de negativo, igual hacemos los particulares para comprar una casa, un coche o muebles para la casa. El problema es cuando se contratan deudas millonarias y los recursos terminan en cuentas particulares. O como lo hizo Guillermo Padrés en Sonora que uso 80 mil millones de pesos para depósitos bancarios de unos pocos días y obviamente le generaron ingresos cuantiosos.
Y mientras presuntamente la PGR se dedica a investigar a Javier Duarte y Guillermo Padrés, tanto el PRI y el PAN se deslindan de ellos y no les creemos porque durante 6 años se estuvo ofreciendo información sobre el saqueo que realizaban y los dos partidos voltearon la mirada a otro lado.