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Las muchas muertes del PRI

Raúl HERNANDEZ

25 de junio, 2016

En 1976, cuando el PRI llevaba 47 años en el poder, el periodista Armando Ayala Anguiano escribió una novela con el título “El día que perdió el PRI”, que causo  mucho ruido entre los 63 millones de mexicanos que entonces éramos.

Y es que  hasta entonces, muchos mexicanos pensaban  que el PRI era inamovible, que era eterno, que nunca dejaría el poder. Era el PRI que resistió el 68.

 En  1976, José López Portillo fue  candidato único a la presidencia de la república, pues el PAN se abstuvo de participar,  convencido de que nada podía hacer ante el aplastante poder del sistema, en tanto que Valentín Campa lo hizo por el Partido Comunista, que no tenía registro y por lo tanto sus votos no eran válidos. El PPS y el PARM eran satélites del PRI.

En 1990, el escritor peruano Mario Vargas Llosa vino a México y acuñó la frase que ha quedado para la posteridad: México es la dictadura perfecta, lo que provocó tal enojo que sobraron los que pedían su expulsión del territorio nacional.

Tres años antes de que surgiera esa frase, para los opositores al PRI-gobierno, porque eran dos y eran uno solo, a la vez, no  había más que de dos sopas: o se les convencía por las buenas o por las malas.

En 1988 Carlos Salinas de Gortari había  ganado las elecciones, pero en medio de cuestionamientos de que lo había  hecho mediante un gigantesco fraude, pero con el posterior aval de lo más granado del panismo de esa época: Diego Fernández de Ceballos, Carlos Castillo Peraza, Luis H. Álvarez y a cambio consiguieron que un año después,  el sistema les cediera la gubernatura de Baja California.

La competencia, aunque negociada, llegó al país y en el 2000 sucedió lo que  parecía impensable: el PRI fue derrotado por el PAN, con el apoyo de un blandengue presidente de la república, Ernesto Zedillo Ponce de León, que  marcó una “sana distancia entre él y el PRI”. Más bien le dio la espalda a los tricolores.

 Cuando el PAN llegó a Los Pinos hubo quienes pensaron que el PRI terminaría despareciendo y que así como el PAN había llegado, llegaría la izquierda, pero no el PRI. Quienes pronosticaron la muerte del PRI se equivocaron: en el 2012 el PAN perdió la elección, de nada  valió que el gobierno panista presumiera que pertenecíamos al grupo de las 8 principales economías del mundo. Cincuenta millones de pobres lo desmentían, aunado a una guerra que dejo 80 mil muertos, eso hizo posible el  regreso del PRI.

Hoy el panorama nacional para el PRI es  gris, pero sin llegar a negro.  El próximo  año se decide el Estado de México, la entidad con más votantes. Si el PRI pierde, sería  un anticipo para el 2018. Pero ¡ojo!,  tal pareciera que lo que al PRI no le preocupa el PAN y al PAN no le preocupa el PRI, a los dos les preocupa Andrés Manuel López Obrador y Morena.

Cuando la izquierda llegó al Distrito Federal, en 1997, lo primero que hizo la izquierda fue pulverizar al PRI y al PAN. No les dejo nada y por eso Cuauhtémoc Cárdenas, Rosario Robles, Andrés Manuel López Obrador, Marcelo Ebrad y Miguel Angel Mancera,  gobernaron a sus anchas, sin oposición de por medio. Gracias a ese control lograron lo impensable, transformar a la Ciudad de México de una ciudad violenta, a una ciudad  tan tranquila, que es la envidia de decenas de ciudades de provincia.

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