26 de mayo, 2016
Conocí y conviví durante mucho tiempo, con Santiago Palmeros, a mediados de la década de los ochentas, cuando colaboramos para Prensa de Reynosa, junto con otros colegas como Miguel García y Adrián Flores, el primero avecindado actualmente en Altamira y el segundo en Victoria.
Vivimos muchas aventuras, al mismo tiempo que aprendíamos a mejorar el oficio de manera permanente, porque en el periodismo, como la vida misma, nunca se termina de aprender.
Con el tiempo cada quien tomó su propio camino, dejamos de frecuentarnos, pero mantuvimos una relación de respeto.
Hoy, con pena, nos enteramos de su lamentable deceso. Ni hablar, la vida es así. El destino es inevitable y no nos queda más que estar preparados para ese momento. Santiago ya descansa en paz, donde quiera que este. A su familia, le deseamos resignación y que piensen que Santiago se ha ido físicamente, pero su recuerdo se queda aquí, con ellos, para siempre.
En otro tema, la reciente y severa crisis que Héctor Canales le hizo al alcalde Carlos Canturosas, al pintar a un Nuevo Laredo desecho, estancado, disminuido, colapsado, sigue causando controversias, con opiniones a favor y en contra, desde los fanáticos que pretenden que estamos a la altura de París, hasta los que piensan que somos como cualquier pueblo de provincia.
Es posible que las personas quienes nunca salen de Nuevo Laredo no estén en condiciones de poder hacer comparaciones con otras ciudades. Y no hablamos de comparaciones con ciudades europeas o estadounidenses, sino con ciudades mexicanas.
La realidad es que somos un pueblo grandote, con enormes rezagos no solo en obra pública, en muchos renglones y se requiere de un pacto entre el gobierno y la sociedad, para sacar adelante a Nuevo Laredo. Y no se va a lograr en 2, 5 o 10 años. Pero hay que empezar ya.
Por otra parte, las campañas fenecen y en los próximos días los partidos tendrán sus cierres.
Esta ha sido una campaña atípica. La mayor parte de los candidatos optaron por promoverse en las redes sociales, primero porque son baratas y segundo, porque el IETAM y el INE ejercen una supervisión muy leve, lo que se presta a excesos por parte de los simpatizantes de uno y otro lado.
El PAN y el PRI trabajaron con mayor intensidad en el territorio, cada uno con sus respectivas estrategias. Es en el territorio donde están los votos, pero hay que sacar a la gente a votar, con el riesgo de que salgan a votar, pero que lo hagan en contra.
Gracias a la estructura territorial, hoy tanto el PRI como el PAN saben con certeza cuánta gente suya sale a votar el día de la elección, pero no tienen la misma certeza de cuántos lo hacen por ellos, por más dinero que repartan.
A estas alturas, ciertamente prisitas y panistas confían ganar, pero saben que la moneda está en el aire y que todo se decidirá el 5 de junio, en función de cómo saquen a la gente a votar.