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¿Quién ganará la elección?, el que decida la gente

Raúl HERNANDEZ

13 de mayo, 2016

Hace seis años, en el 2010,  el PRI se llevó el carro completo en la elección de gobernador y en los 22 distritos.

 

El PRI, con Rodolfo Torre, obtuvo 678 mil 521, en tanto que el PAN, con José Julián Sacramento Palacios, se quedó con 339 mil 535. El PRI dobleteo.  El PAN quedó vapuleado, vejado, lastimado.

 

Se llegó el 2012, con él una elección presidencial en el que la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota se convirtió en la gran vencedora, al menos en Tamaulipas.

 

Vázquez Mota obtuvo 600 mil 731  votos, en tanto que el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto,  logró 494 mil 395.

 

Con sus votos, Vázquez Mota impulsó a los candidatos a senadores y a diputados y los catapultó al triunfo.  Francisco  Cabeza de Vaca y Maki Ortiz,  porque fueron en fórmula, lograron 549 mil 683 votos, mientras que la dupla Manuel Cavazos-Amira Gómez, mordieron el polvo, con 414 mil 170 votos. De paso, el PAN obtuvo seis de los ocho distritos electorales. En Nuevo Laredo, Glafiro Salinas  obtuvo más de 76 mil  votos y la señora Vázquez Mota más de 86 mil.

 

Se llegó el 2013. El PAN llegó envalentonado por los votos logrados un año antes, pero al final  solo  logró ganar en siete de los 43 municipios de Tamaulipas: Matamoros, Nuevo Laredo, Mier, Miguel Alemán, Miquihuana, Antiguo Morelos y Mainero. En cuanto a los 22 distritos,  gano los tres de Matamoros y los tres de Nuevo Laredo y perdió los otros 16.

 

Los triunfos de Matamoros, 96  mil 720 del PAN y 71 mil 188 del PRI; y Nuevo Laredo,  84 mil 467 contra 47 mil 238,  de alguna manera alentaron a los panistas  a pensar que el 2015 sería más fácil.  Grave error.

 

Se confiaron demasiado. Aquí en Nuevo Laredo, en el 2013 el PAN le había sacado una  ventaja de 26 puntos al PRI y por eso los azules se creían ganadores. Pecaron de confiados, de soberbios. Se negaron a participar en un debate con el argumento de que no necesitaban un debate, que ya estaban ganados y de paso saboreaban la venganza: aseguraban que en el pasado el PRI siempre se negaba a debatir y por eso ahora les pagaban con la misma moneda.

 

Antes de la elección del 1 de junio de 2015, hubo encuestadoras, entre ellas Lavin y Asociados, y columnistas estatales, que  vaticinaron que el PRI perdería los   ocho distritos. Se equivocaron rotundamente. No son las encuestadoras, ni los sesudos  analistas, los que deciden las elecciones: son los ciudadanos  que votan.

 

Y los que votaron hicieron  ganar al PRI,

 

Hoy, a 23 días de la elección,  priistas y panistas se dicen ganadores. Todos hablan de las encuestas, pero de las que los favorecen. De  las otras, las que no son a su favor, dicen que son manipuladas, que son hechas a la  medida de que  quien las contrató. ¿Le debemos creer al PAN? ¿Le debemos creer al PRI? A  ninguno,  mejor  dejemos que sea el tiempo quien establezca la verdad.

 

Serán los votantes los que decidan quién va a ganar. Y la minoría tendrá que aceptar los resultados, porque así son las elecciones en un  país democrático, por más imperfecta que sea la democracia. 

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