9 de febrero, 2016
Por no estar atentos a la cocción, al PRI ya se les hizo bolas el engrudo.
Lo que parecía ser una designación sin problemas, se ha enredado y se ha enredado porque no se platicó ni se consenso la candidatura de Yahleel Abdala, convencido, el gran elector, de que todos la aceptarían, sin poner peros, como sucedió el año pasado, cuando la hicieron candidata a diputada federal, a pesar de que estaba en el séptimo lugar de las preferencias entre priistas.
Hoy, a cuatro días del registro de candidatos, hay por lo menos otros cinco aspirantes que aseguran que se van a registrar, lo que no será impedimento para que la Comisión de Postulación imponga a Yahleel.
Que otros cinco aspirantes digan que se van a registrar, a sabiendas de que la designación es inapelable, es una mala señal. Así no habría candidata de unidad sino candidata única. Pareciera que el PRI cayó en la misma actitud del PAN el año pasado: creen que la elección de este año es un asunto fácil y que ganan con cualquier candidato. El año pasado la soberbia derroto al PAN, es una lección para el PAN, pero también para los estudiosos de la política.
Se habla de la llegada de enviados del propio Baltazar Hinojosa Ochoa para dialogar con los inconformes y convencerlos de que acepten a la candidata. Los inconformes lo están no con Yahleel, sino a la falta de dialogo.
No solo tienen que dialogar con estos aspirantes molestos, también tienen que hacerlo con otros personajes que también aspiraron a la candidatura y nadie les ha dado una explicación, como Daniel Peña, como Benjamín García Marín, como Horacio Garza, como Jaime Emilio Gutiérrez, como Martha Alicia Aldapa, como Imelda Mangín, o como los sectores, las organizaciones, la Fundación Colosio, el Instituto Político Empresarial y la Unidad Revolucionaria, todos los cuales se han enterado de lo que ocurre en el PRI, por lo que se dice en los medios o en las redes, pero no por un conducto oficial.
Los aspirantes no han recibido una llamada, en la que se les dé una explicación de por qué no se les eligió a ellos. Y eso es lo menos que se debe hacer con ellos, si se quiere que se sumen al proyecto elegido.
En el 2012 y en el 2013, el PRI no consenso a sus candidatos. Los impuso y pretendió que todos jalaran parejo, porque son priistas y tenían que hacerlo. El resultado fue que los priistas mostraron disciplina, no protestaron, pero a la hora de trabajar, optaron por la simulación y el PRI terminó perdiendo de manera vergonzosa. En privado, muchos priistas se alegraron de la derrota, convencidos de que eso ayudaría a que en el futuro no se repitieran los mismos errores.
En otro tema, el ex diputado Enrique Rivas ya tiene a su suplente, en el caso de que sea nominado a la presidencia municipal del PAN. Será el ex diputado y ex presidente del Comité Municipal del PRI, Manuel Canales Escamilla, cuya historia de porque se alejó del PRI, la narraremos en otra ocasión.